TIRANDO BASURA EN MI JARDÍN

TIRANDO BASURA EN MI JARDÍN

            Volvió a pasar. Ya he escrito sobre este caso. Es un abuso de esta mujer.

            Ella tomó el recipiente de la basura, ese azul que da el Condado de Miami Dade, con una tapa plegable, si, ese que todos ponemos al lado del buzón de correos. Como tiene ruedas, lo trajo hasta la grama, porque modestia aparte, mi jardín está impecable, pago y hasta con frecuencia lo cuido yo mismo y la muy bicha comenzó a esparcir la basura por doquier, mientras yo la veía desde la ventana de arriba con mi pistola de nueve milímetros en la mano.

            En una oportunidad ella subió la mirada y sonrió sabiendo que me estaba jodiendo y allí decidí disparar. Fueron dos tiros y dos impactos. El grito se escuchó inmediatamente y allí sonreí yo.

            Como es de esperar esto es una fábula, pero no crean que está muy alejada de lo que paso a narrar.

            Ya estábamos celebrando el cumpleaños de mi colega, nos reíamos a raudales, un chiste tapaba otro y mis abdominales (si es que aún tengo), me dolían de reír y llegó esta rubia, saludó secamente, era bonita y escogió a su presa y ¿a que no adivinan a quién?

            Comenzó diciendo que Miami era muy fuerte, que ella en Puerto la Cruz (al oriente de Venezuela, puerto de mar muy lindo pero muy deteriorado después de la llegada del chavismo) tenía un estatus, que ella es abogado y allá tenía una tienda de ropa, que aquí estaba limpiando casas y que la abogada que la asistió cuando pidió un asilo político falseado, la abandonó y que ella, la abogada, era una pirata, imagínate Bernardo ¿una venezolana que tenga más de ocho meses sin comprarse un par de zapatos?

            Miami es muy fuerte, cuando vas con las pizzas a hacer el delivery te miran por encima del hombro, cuando yo en Puerto la Cruz era la que miraba por encima. Tengo nueve meses aquí y me he mudado once. Allí decidí dispararle, porque había tirado suficiente basura en mi jardín y me di cuenta que había dejado de reír en la sabrosa fiesta, para escuchar al asaltante y le pregunté: ¿y porque no se devuelve a Puerto la Cruz para que siga teniendo su importante estatus?

            Porque Puerto la Cruz está peor, me contestó.

            Y allí me acorde del Rey Juan Carlos cuando le dijo a Chávez: “¿Y porque no te callas?”

            Entonces mija: ¿todo a tu alrededor está mal? Yo podría asegurar que la que está mal eres tú y como era de esperar me miró por encima del hombro.

            Lo lamento pero aquí en el exilio esa actitud no funciona, esa dama desagradable pero bonita físicamente cree poder tirar su basura en los jardines de las mentes de las personas que con estoicismo hemos aceptado la cachetada de ser inmigrantes por siempre. Su falta de humildad no dejará que surja, que se levante; y como la queja jamás edifica seguirá mudándose y lamiendo las heridas de su estatus tan “importante” en Puerto la Cruz.

            ¡Le disparé dos veces con el arma de la palabra y la madurez!