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Monday, June 23, 2014

LOS OLORES DEL PASADO

El perfume de Patrick Suskin, determina entre otras cosas que los olores forman parte importante del vivir, de hecho el uso de ellos (los perfumes), poseen una connotación eminentemente sexual, para marcar algunos informes territorios como tal vez lo hacen los perros. Dependiendo del PH corporal y el sitio donde nos lo ponemos, su influencia, mas allá del fijador químico, se sentirá con mayor solidez y me refiero específicamente lo que el brillante autor llama el hueco de la rodilla y el del codo. Salí a pensar, a caminar junto al mar que linda la isla donde vivo y fui a ver ese viejo velero con el que sueno y aunque a sabiendas de que sería poco inteligente comprarlo, sigo sonando con él, porque al fin y al cabo la vida es eso, poseer sueños, fantasías y revolcarse en ellas. Tiene un casco blanco con una ancha banda en turquesa y me encanta que usa ventoleras a la vieja usanza, es muy marinero y tan solo posee un pequeño motor fuera de borda para maniobrar, de manera que ese sería un barco para un Capitán de verdad, velerista y arriesgado, que sepa de los vectores que afectan, que sepa de esa matemática y de la física del mar, que comprenda a Coriolis y a Bernoulli y que tenga buen humor, ¡mucho humor!. Me acercaba al muelle de la marina y pude ver entre yates de lujo, catamaranes inmensos y otros veleros a una vieja carcaza color gris naval, una suerte de pontón propulsado y seguía caminando hacia el encuentro del sueño y le pasé a un lado y me detuve ipsofacto. El olor a diésel, a metal, a mar, a aventura me retrotrajo a mis años a bordo y si hubiese cerrado los ojos, la magia del pasado me hubiese envuelto, pero me negué, porque las páginas de ese libro ya han sido pasadas, lo que no implica que recuerde su lectura. El médico y pensador español Juán Corbella Roig escribió: “Toda experiencia vital supone un riesgo. Arriesgarse equivale a vivir”. Por ello, compraré ese velero, arriesgaré mi presupuesto para contar mis escuetas aventuras de mar en las bahías de Miami y mas allá, rodeada de la seguridad y la vigilancia de la ley y viviré en la soledad de la mar que a todos da esperanza, por aquello que también escribió el italiano D´Annuncio: “Debe hacerse uno la propia vida, como se hace una obra de arte”. Realmente si no llegara a cumplir lo predicho, nada importa. Lo importante es el sueño, lo importante es el proyecto y las emociones que a su alrededor podamos hacer valer en el corto y efímero proyecto que constituye el arte del vivir. Por los momentos, mi mente a través del olfato, me recuerda las hojas del libro leído con los olores del pasado.

Saturday, June 14, 2014

UNA NOCHE DE HONOR

Abdicó el Rey Juan Carlos, la revista Hola tiene a todos sus lectores locos, España pierde en el mundial su primer partido de manera estrepitosa por cinco goles contra uno y era viernes, día de pago y la lluvia era tan intensa que las gotas eran del tamaño de una botella. Salí del sótano a bordo de mi vehículo, por esa extraña puerta que abre de forma vertical y me enfrenté a la tormenta. El camino lo recorrí a veinte millas por hora y el stress se hacía copioso en mi mente – ¡voy a llegar tarde!- El sistema universitario Ana G. Méndez, me había invitado a dar las palabras de clausura, de la más reciente coorte de alumnos graduandos en maestría. Cuarenta y tres estudiantes. Dieciocho hombres y veinticinco mujeres de nueve países diferentes, se graduaban con honores, en educación, enfermería, negocios y relaciones públicas. El serenísimo decano, Dr. Ramón García, me esperaba con su amable sonrisa junto a la junta directiva que le acompaña en su inmensa labor y bajamos y ya todos esperaban y la vergüenza me aturdía, porque la puntualidad es la cortesía de los reyes y siempre fuí puntual y habían pasado veinte minutos de la hora. Esa noche de logros, escuché atónito, la eximia presentación que el decano hizo sobre mí y del asombro pasé a la humildad, al agradecimiento, a la concordia, se olvidó el stress y tomé el micrófono y hablé durante veinte minutos que parecieron mili segundos y mi corazón estaba pleno de agradecimiento y el de ellos de expectación. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan honrado y no pude menos que asombrarme cuando la universidad tuvo la fina gentileza de otorgarme un diploma enmarcado en un bello cuadro y de acuerdo a algunos que formaban parte del público mi cara lo decía todo, o tal vez, mi corazón era el que lo decía. Fue una noche de honor y también de logros y la ecotimia positiva brotaba plena de agradecimiento del vivir, de estar entre esas inteligentes personas que me escucharon, que tuvieron la paciencia de hacerlo y la mayor de las gentilezas en la observancia de las reglas de vivir en sociedad. A este país, Los Estados Unidos de América, le debemos muchas cosas, le debemos el sosiego y la paz de vivir en el mejor sistema inventado por el hombre, el cual es la Democracia, llena de la abundancia y las sonrisas, alimentada por la gracia y el trabajo y por el respeto a lo ajeno y a la vida, a los derechos pero también a las oportunidades y hablé de la medicina cubana y lo mala que es y reté a la audiencia que tuviera dudas, que preguntara a Hugo Chávez sobre su eficiencia y modernidad y creo que me salí del tenor, pero los venezolanos somos así, no perdemos oportunidad de soltar la prenda que cambie el pensar de cualquier iluso y allí entendí que poseemos una causa común que también nos ha unido para hacernos cambiar y ahora el mundo nos conoce… ¡fue una noche llena de honor y de agradecimiento!

Thursday, June 12, 2014

ANESTESIA LOCAL

El paciente llega al consultorio, para esa intervención ambulatoria y elemental. Una suerte de amputación de un apéndice extraño que con la vejez aparece sin permiso ni cuenta. Esa verruga infame, ese ampuloso y protervo adminículo, desagradable, procaz y extraño, que no permite sentirse a gusto y que desde su enana posición, corroe la gran autoestima de su dueño. La anestesia local, para evitar el dolor, se aplica en proporciones ajustadas y el paciente está viendo la amputación. El médico con sus guantes de latex, hace la primera incisión y la sangre, como es de esperar, brota, gritando y solicitando dejen tranquilo a ese cuerpo que ya no es extraño al mayor órgano del cuerpo humano, el cual es la piel y el paciente, en eso, haciendo un ejercicio de paciencia, observa y aprieta las mandíbulas, no por el dolor, sino como reflejo, que su cerebro manda ante la afrenta física. Los venezolanos están igualmente en eso, apretando las mandíbulas y aunque algunos aun no sienten dolor, saben que duele y que es cuestión de tiempo para que la anestesia local deje de surtir sus benignos efectos y llegue la incomodidad. Otros se hacen los locos y ponen cara de “no me duele” y los menos dicen que esto es totalmente normal y que el médico, (que no les dije que era cubano), está haciendo el mejor de sus esfuerzos y que aunque se puede ver que el bisturí no es muy afilado y hasta presenta signos de corrosión en la hoja, el vió cuando lo limpió con algo que seguramente era antiséptico. Los chavistas no son maduristas, de hecho, los primeros a quienes considero unos estúpidos no lo son tanto como para autodenominarse los segundos. La deuda por médicos castristas es bíblica y somos el único país que paga para que lo invadan y desfalquen. Muy pronto el gobierno de Maduro tendrá indefectiblemente que reconocer que la inflación llegó a la temible cifra con tres dígitos y ya no tienen dólares, no tienen producción ni tampoco moral para seguir apretando. Son tan pobres esos regentes del Gobierno que lo único que poseen son grandes cantidades de dinero que no pueden gastar y el voto de pobreza que hace todo delincuente de izquierda, ya les hiede, por cuanto Venezuela ha pasado al poco honorable sitial del 21.7% al 27.3% de pobreza y yo me atrevería a asegurar que esas cifras están edulcoradas. Seguramente podrán amputar la odiosa verruga y creerán ellos que apresando a Diego Arria, María Corina Machado y Burelli, sacando del aire a Luis Chataing y dejando pudrir a Simonovis y los comisarios en el averno venezolano, evitarán la contaminación que por falta de asepsia han transferido al cuerpo todo y como me reporta un oficial naval amigo, nadie cree que van bien y eso incluye a Maduro y compañía, porque el conocimiento político no puede ser aprendido gastando y ensayando con el futuro ya no de mi generación, sino la de mis hijos y nietos. Por los momentos la anestesia está dejando atrás sus efectos y ya comienza a doler.

Wednesday, June 11, 2014

ESTO ES LO QUE HAY.

Con inaudita frecuencia escucho a las damas de todas las edades quejarse de no conseguir al hombre de sus sueños. En el caso de las mas jóvenes que por inmaduras se juntan a inmaduros, hacen que ellos usen una cola de caballo en el pelo, se pongan en el lóbulo derecho de la oreja ese arete que ellas aseguran que las vuelve locas de pasión, se hagan el tatuaje que los marcará como a unas vacas, con el nombre de ellas, se depilen y se saquen las cejas y ellos las complacen por falta de una contundente personalidad, les exigen que sean delicados y dados a las finuras detallistas de la decoración en sus respectivos apartamentos y les hablen con una voz mas parecida a la de Romeo Santos que a Carlos Gardel y luego los dejan porque son muy afeminados para su gusto. Con respecto a las maduras, todas desean a un hombre que las haga reír y yo les recomiendo a mi admirado Laureano Márquez o a Emilio Lovera quien acaba de presentar un evento en Miami con el cual ha imitado a los más grandes personajes con un talento y exactitud innegables y que a todos hizo desternillarnos de la risa. También lo quieren galante y en forma física propia de Johnny Weismuller, pero por favor que sea tan inteligente y sensible como Jorge Luis Borges o Pablo Neruda, (aunque ellas nunca los han leído). El problema estriba en que desean a un Príncipe azul y cuando lo consiguen no les termina de gustar el tono del azul, por cuanto ellos no las complacen como bien manda su gusto, no las sacan ni las exhiben como ellas merecen…de esto está lleno este mundillo fatuo. A los jóvenes les recomiendo que no les hagan caso y actúen de acuerdo a sus masculinos criterios, también tomen licor… ¡todo el que deseen!, porque la vida es una fiesta y por supuesto no pierdan la caballerosidad de invitarlas a la fiesta y cuando pregunten como deben ir vestidas, ya tenemos la mágica respuesta que a todos gusta y resuelve todos los problemas… ¡a la fiesta de mi vida se va sin ropita!, porque si no les gusta esto es exactamente ¡lo que hay! Ni más ni menos, de manera mi amigo lector joven, déjese de pendejadas, tratando de ser quien no es, porque más temprano que tarde se cansará de Usted mismo y volverá a ser la misma persona, pero ahora tatuado por siempre y con un hueco en la oreja. A los más maduros, creo que no debo decir nada, creo que deben definitivamente joderse por faltos de carácter y personalidad y evidentemente también pueden tatuarse y depilarse y creer que las hacen felices cuando la conclusión terrible es que nada LAS HARÁ FELICES, porque no es más feliz quien tiene más sino quien disfruta lo que ya tiene. A este mundo vinimos a ser felices y no a complacer la felicidad fatua de los otros u otras, queriendo ser quienes no somos. Por los momentos este chusma, a veces ordinario, otras poeta, otras más, borracho y jugador, tarambana y malhechor, es a quien quieren con mis pocas virtudes y muchos defectos, pero es que esto es lo único que por ahora hay.

Friday, June 6, 2014

EL MENU DE LA MADUREZ

Bajé al sótano, donde se encuentra el gimnasio donde sudo mis dos litros diarios, rodeado de máquinas extrañas y gordas húmedas llenas de colesterol, pero vestidas a la más reciente moda del fitness y decidí sacar a mi arrogante perro a caminar. Recogí, como manda la ley, su deposición y lo subí a mi reciente apartamento, donde tomé las pesas de cinco libras que acompañan mi sobrepeso y salí a caminar alrededor de la Isla. La cantidad de damas que corrían como si las persiguiera un monstruo a punto de tragárselas, me impresionó. Todas bellas, todas sudadas y bronceadas de horas de ejercicio al aire libre, todas con ese abdomen que me hacía sentir obeso y fuera de forma, todas insultaban mi ego y yo las veía también a todas y ellas a mí no. Creo que las lycras han sido un gran invento que nos permite imaginar sin mucha imaginación las formas debajo de ellas, debajo de esas curvas y contornos groseros y a la vez ampulosos. Maduras y jóvenes, ¡no había distinción! Luego de dos largas vueltas por las cominerías frondosas de flores exóticas, viendo a la mar por mi izquierda, recibiendo los saludos y los buenos días de estas personas del primer mundo, que con gentileza permitían mi estancia en su ecosistema, decidí quitarme los zapatos y sentarme en lo que llamo el banco de la esperanza, frente a la bahía, a solas, viendo al Este y con el sol aun a unos treinta grados de altura y recordé a Cristóbal Colón: “La mar dará al hombre la esperanza, como los sueños al dormir” El sosiego y la paz vino ipsofacto, olvidé a las gordas del gimnasio, empezó para mí una tranquila y absolutamente relajada meditación y cerré los ojos para tan solo percibir olores y sonidos rededor y entendí que soy feliz y que ella, la felicidad, es una actitud personal y tan íntima como la paz, solo dada a las personas que decidimos detenernos y bajarnos del castrante tren de la competencia de quien tiene más, para ser más. De pronto un rugir de motores se aproximaba y abrí los ojos para conseguirme con un flamante y estilizado yate de unos cincuenta pies de eslora que pasaba frente a mí a sesenta yardas escasas y el cielo me impresionó, su azul intenso matizado con el verdor de las palmas reales que servían como marco a esa obra de arte y una pequeña y solitaria nube cruzó mi horizonte visual y no puede dejar de ver a la dama que corría también y entendí que el hecho de ser casado, de no poder comer allí por la lealtad al amor, no implica que no pueda ver el menú, como crítico que mira una obra pictórica, o como comensal de un lujoso restaurant gratuito. La madurez es encantadora, la vida también lo es, con la única condición de saber vivirla a la edad y con la edad, evitando a toda costa aparentar otra, que nos haga ridículos y poco adaptados. A mis amigos, viejos no tan verdes, les invito a ver y a revisar su propio menú de su propia madurez.