LA ÚLTIMA
NOCHE
Mientras
la doctora me indicaba lo comprometido de su sistema renal, el crecimiento
irregular de su corazón, el agua en los pulmones, lo desastroso de su salud,
luego del examen de sangre y daba como alternativa dejarle hospitalizado, yo le
veía con dolor, sabiendo que ya no entendía nada.
La
vida no será igual y decidí no dejarle, me lo llevaría a casa a bien morir, al
menos por una noche, a decirle algo que ya sabe, cuanto le queremos, su madre
estaba desconsolada y yo haciéndome el fuerte no podía ocultar la humedad en
los ojos. ¡Que vaina!
Anoche
fue la última noche, sí señor, ya no tendré quien me acompañe en las largas
horas de escritura, era mi primer lector o mejor dicho mi primer escucha,
porque no sabe leer.
Nos
dimos todos felicidad a borbotones, cada amanecer procurábamos un ficticio
conflicto para que Mamá viera su carácter, peleábamos por su muñeco que me
traía para buscarme pleitos y yo intentaba quitárselo.
Hace
algunos años escribí sobre él. Le adoptamos ya viejo, pero muy activo y vivió
cinco años junto a mi esposa y yo. Ya nunca más nos hospedamos en hoteles que no
aceptaran mascotas.
Su
nombre original era vergonzoso para un perro con su inteligencia, pero se lo
dejamos por aquello de la identidad y le agregamos mi apellido y así está
registrado en el veterinario “Cotufa Jurado”
Hoy
le será aplicada una medida eutanásica que le convendrá para ahorrarnos dolor y
desgaste, pero el luto será inevitable.
Hoy
es su última noche lleno de amor y agradecimiento, pero en realidad somos
nosotros los amados y agradecidos de su incondicionalidad, su lealtad y su
sonrisa permanente.
¡Hoy
es su última noche!