LA HORCA
PARA MORIR
Todos
sentimos que nos falta el aire, pero antes de que nos pongan la soga al cuello.
Creemos que será lento y mortificante, pero no, no es así, yo pasé por eso, hasta
que podemos escuchar el ¡clack! de la dislocación de las vértebras cervicales del
Atlas y Axis.
Fueron
engañados por los Samnitas quienes les hicieron pasar por el estrecho paso
entre el acantilado y la escarpada montaña. Poncio Herenio, el General, acudió
a sus asesores quienes le recomendaron liquidarlos a todos o mejor aún intentar
ofenderlos de tal manera que se sintieran depauperados, pisoteados en su amor
propio, traicionados por el imperio Romano al que pertenecían. Los soldados
romanos tuvieron que bajar su cabeza para pasar desnudos por las Horcas Caudinas
por allá en el 321, pero esa es otra historia.
Hoy
primero de Febrero cumplo once años de edad, luego de ser ofendido por el régimen
del General, luego de las traiciones más inauditas de los cobardes que me
negaron y otros que con su silencio se hicieron cómplices.
De
la epopeya de las Horcas Caudinas del general Poncio Herenio, nadie recuerda a
los ofensores Samnitas, de los que si tomamos como referencia fiel y exacta es
de aquellos Romanos que persisten en nuestra memoria como civilización pujante
y eso ahora mismo ocurre en mi vida.
Nadie
recuerda a los traidores, creo que ese es el castigo y si llegasen a hacerlo
los recordarán con sorna y lástima.
Hoy
cumplo once años de haber llegado a la libertad, porque me pusieron en aquella
encrucijada: dejarme atrapar por la soldadesca, morir tal vez en la persecución
o dejarme ofender en mi honor y prestigio que es lo único que realmente tiene
un hombre. Tomé la segunda y me escapé porque con la primera hubiese tenido las
dos, pero hoy a más de una década se recuerda a los romanos más no a los
samnitas.
Las
traiciones y silencios fueron tantos que
he decidido olvidarlos y hasta perdonarlos, los leales, que fueron muchos,
aún permanecen en la lista de los amigos de la cual escribí en alguno de mis
libros. Me hicieron un favor, ya nadie comenta la afrenta y el insulto, ya
nadie recuerda mis cinco días escapado, escondido, como una alimaña, ¡ya nadie
recuerda nada!
Hoy
es un día de felicidad, hoy mi vida tiene mejor rumbo del que tenía, hoy
recuerdo a los traidores como lo que son, como esas mismas alimañas en la que querían
convertirme y entre ellos hay algunos con especial atención, porque ahora están
en la parte baja de la rueda de la vida y soy yo quien los perdona.
La
traición es una acción que se cobra dos veces, al traicionado y con la
desconfianza del que fue servido, pero hoy, un buen día, les recuerdo con cariño
porque les agradezco me hayan puesto en la difícil encrucijada que me ha hecho
crecer, porque como lo dijera el moralista francés Nicolás Chamfort:”hay dos
cosas en la vida que uno debe aprender a aceptar, si quiere hacer la vida
soportable; las injurias del tiempo y las injusticias de los hombres”
Realidades de la vida, el tiempo, cada quien las siente y asimila a su manera y posibilidades de acuerdo a su valor y recursos posibles...te felicito con saludos crdiales por tu valentìa y decisiòn sabia...once años, se dice ràpido...
ReplyDeleteFelicitaciones por estar cumpliendo once años en libertad. Un abrazo
ReplyDeleteLo correcto sería felicitarte por estos once años, pero más allá de eso te admiro la valentía con la que siempre defendiste la institucionalidad en la gloriosa Armada de Venezuela. Hoy como ayer sigues haciendo honor al juramento ante el Tricolor nacional.
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