DEBES PAGAR
TU CUENTA
Le
comentaba a la escritora suramericana que no hay nada más masculino que una
feminista y me temo que se disgustó, levantó la voz por el teléfono no para
insultarme sino para hacerse más notoria su molestia en defensa de los
movimientos que ayudan a las mujeres a vivir a igualdad de condiciones.
Manteniendo
la calma le pregunte: ¿y tú eres una madre soltera verdad?
Me
contestó que además una luchadora (palabra que me da alergias y que
analizaremos) y que ha levantado a su hija solita, la ha hecho una mujer, ha
pagado sus estudios con su trabajo tenaz.
Le
volví a preguntar, cuando ya mi paciencia estaba en EMPTY (vacío) y ¿tu hija
fue producto de una violación o tu abriste las piernitas con cierta gracia?, porque
hasta ahora no consigo ningún merito extraordinario, eso es lo que debe hacer
una madre o padre, sin importar el sexo porque ¿somos iguales o no, señora feminista?
Te
cuento mí querida, “yo si soy un feminista” y como es de esperar no esperé la
andanada de artillería.
Yo
le tengo mucho miedo a los luchadores y luchadoras, (ni hablar de las
combatientes) porque yo dejé de luchar y competir y no porque esté viejo sino
porque no tiene ningún sentido. Se los explico mejor: si el restaurant donde
quiero comerme el bacalao con papas, no tiene estacionamiento, no lucho, me voy
a otro donde hagan parrilla. Si la dama que pretendo requiere que me ponga de
rodillas, ¿Qué creen?, pues la mando detrás del estadio y así sucesivamente con
los libros malos, con las películas fastidiosas, con los tontos y con los
chavistas.
Esto
pasó hace unas pocas semanas atrás y la escritora feminista quiso que la
asesorara con respecto a su libro sobre ayuda a las mujeres y me llamaba y me
llamaba y yo tomando unos tragos encantadores con cultos amigos poetas y
escritores, entre los que se encontraba José Manuel Cuscó, quien me contaba
cuando conoció a Andrés Eloy Blanco a sus catorce años de edad, quien le dedicó
uno de sus libros que guarda como si de una joya se tratara, le dije ya
fastidiado a la luchadora que si quería se llegara hasta el bar. Dejé mi grata conversación
para atenderla, ella pidió un whisky y un segundo, como pude me zafé de ella y pedí
la cuenta y la luchadora feminista no hizo el más mínimo esfuerzo por pagar sus
tragos y antes de que se retirara el camarero, le pregunté: ¿y los tragos de
ella están aquí en mi cuenta? Sí, me respondió, pues modifíquela porque ella
paga sus tragos. Irracionalmente se ofendió y yo no y los pagó y continúe con
los poetas creciendo.
Se
los explico mejor: yo no tengo que pagar por los tragos de nadie que quiera mi asesoría
o mi compañía a menos que yo también quiera la de ella, yo no pago la cuenta de
caras amarradas, sino las sonrisas y las risas de conversaciones inteligentes o
es que acaso ¿el ser feminista llega hasta la cuenta?
¡No
hay nada más masculino que una feminista!
Saludos estimado colega amigo desenadole un muy feliz y productivo 2017 con mucha salud y rogandole a dios me la de a mi para ceguirte leyendo y aprecuando con el aprendizaje de lo que es ocurrente, pero muy real y muy bonito..
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