LA
ESMERALDA EN EL BOLSILLO
¡Detenga
el carruaje inmediatamente! Ordenó el adinerado Señor medieval al ver a un
indigente dormido a la orilla del camino empedrado.
Introdujo
una inmensa esmeralda que llevaba consigo en el raído bolsillo del pobre
hombre, como acto piadoso, para sacar de la pobreza inmediatamente a alguien
sin que supiera quien fue, realmente cómo deben hacerse las obras pías.
Como
tal vez podría decir Víctor Hugo, de quien hablaré a posteriori, pasaron muchas
lunas y el caballero tomó de nuevo su carreta y pasó por el mismo sitio donde
estaba el mismo indigente, dormitado nuevamente y esta vez se detuvo de nuevo,
pero alarmado y le preguntó: ¿Por qué continuas en la pobreza si te he dado un
tesoro con el que ya podrías estar viviendo con comodidad?
Ahora
el alarmado era el pobre hombre: ¿Usted me ha dado un tesoro? ¿Está Usted
seguro de lo que dice?, por favor debe estar equivocado porque a nadie le gustaría
ser tan pobre como yo soy.
Por
supuesto que eres tú, he metido una esmeralda de un gran valor allí, en tu
bolsillo, en el derecho de tu chaqueta.
El
hombre metió la mano y para sorpresa, estaba la inmensa piedra.
La
palabra Esmeralda se populariza precisamente por culpa de Víctor Hugo en 1831,
porque era el nombre de la novia gitana de Quasimodo, el jorobado de Notre
Dame, ¿la recuerdan?; pero ese no es el caso que nos ocupa, el que sí, es el hecho
de que con frecuencia tenemos una inmensa esmeralda en el bolsillo, en la
psiquis, en el corazón y simplemente no la tomamos aunque nos pertenezca.
Yo
tengo un amigo prisionero del régimen de Maduro desde hace un semestre, además
es un alumno mío y Capitán de Navío, que bien sabe lo que es el valor de la
esmeralda, porque no se quiebra aunque ya le han torturado y su salud ha
mermado, es un atleta ahora muy delgado e hipertenso, pálido porque no le dejan
ver la luz del sol, pero duro como una madera noble.
El
Capitán de Navío Luis de la Sotta, una suerte de “Rambo” con cara de buena
gente, un hombre de familia, un individuo decente, fue hecho preso junto a
otros tres oficiales y hasta ahora nadie conoce el cargo que le imputan. Su
casa actual es la temible y mal llamada “Tumba”, una cárcel de terribles
condiciones sanitarias que se encuentra en los sótanos de la Inteligencia del más
terrible régimen que ha azotado la libertad en el hemisferio, pero él está allí,
de pie, porque sabe que tiene la esmeralda de la inteligencia, de la pulcritud
y de la honradez en el bolsillo, pero a diferencia del indigente prenombrado,
sus captores quieren arrebatársela, si, sus protervos captores, traficantes de
almas y honores. La jueza ha pedido un permiso de por vida, me temo, porque
está embarazada e inferimos que de un elefante o peor aún, de otro burro como
su dueño Maduro.
Luis
de la Sotta es un ejemplo de hombría y reciedumbre. ¡Aguanta querido amigo y no
pierdas la esperanza de tu esmeralda!