NO,
MARLENE, ¡NO!
Estaba
bajo la ducha hirviente, había llegado de nadar y este bajón de temperatura que
hace de los genitales masculinos una caricatura, se esconden buscando el calor
corporal, mucho jabón, la segunda afeitada del día, esa costumbre ancestral de
cantar cosas incoherentes y de repente, se escucha: toc, toc, toc
¿Quién
es? Desde la ducha.
Nadie
contesta, me pongo como puedo la toalla a la cintura y me percato que no estoy
de guardia en el Departamento de bomberos de Coral Gables, me pregunto ¿Porque estás apurado si nadie contestó y a
nadie espe…? toc toc toc ¡otra vez!
¿Quién
es?
Soy
yo, con una voz femenina y acaramelada.
Estoy
saliendo del baño, respondo.
Y
a mí no me importa, me dice al otro lado de la puerta.
Abrí
y estaba ella de pantalón negro ceñido a su curvilínea figura que se veía imponente
sobre sus inmensos tacones, camisa blanca muy pegada también y sobre ella una chaqueta
corta color lila, que después me enteré que era fucsia, parada sobre su pierna
derecha, tenía una botella de proseco en la mano izquierda: ¿me vas a dejar
pasar o esperamos a que se caliente el proseco?
Todo
pasó muy rápido, me entregó la botella y la toalla casi se me cae. Tongoneandose
caminó hacia el sofá rojo de la sala, mientras se quitaba la chaqueta y a mí se
me fueron los ojos a sus espaldas, la tiró y cuando se volvió aún estaba yo allí
observándola.
Como
pude me volví hacia la alacena para sacar dos copas, que serví con nerviosismo,
mientras pensaba en silencio con una sonrisa, ¡esto no puede estar pasando!
Cuando
iba a llevar las copas servidas, venía ella y me di cuenta que bajo su camisa
blanca ceñida no había sostén y se notaban sus pezones.
Me
abrazó y yo con las copas en cada mano no podía, la fisiología hizo que el
antes infame tamaño se reprodujera y desamarrara la toalla de su posición inicial,
que si bien no era la manera más apropiada de recibir a una dama, al menos
tapaba lo que Bayly llama las partes pudendas y yo le agregaría que gozosas.
Comenzó
a besarme con fruición y yo solté sobre el piso de mármol las dos copas que se
estrellaron estruendosamente, mientras descubría cuantos botones tenía la
camisa. Esa mala costumbre de los diseñadores femeninos de poner el cierre y los
botones en sentido contrario creo que es para confundir a los asombrados tipos
como yo, creo que es por maldad, para dificultarnos el placer.
Aquello
fue realmente como un sueño, porque confieso que no recuerdo su cara, pero
estaba muy pero que muy buena y de repente me acordé: No Marlene, no lo hagas,
no Marlene soy un hombre casado y pensaba ¿es que yo no conozco a ninguna
Marlene?
A
mi avanzada edad, cualquier cosa puede pasar y sentí ese fuerte dolor en el
pecho, fue como un golpe primero y luego un segundo más fuerte, allí en la
parte donde termina el esternón y de repente:
¿Y
quién es Marlene?
Y
allí estaba yo en mi cama, con las dos manos sosteniendo algo imaginario y mi
esposa como una leoparda salvaje, llena de odio hacia mi imprudente erección.
Jajajaja pasa Bernardo....Pasa, de todas formas saludame a Marlene jajaja
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