YO TE CONOZCO
Conociendo
algunos gustos de mi amigo, quien cumplía años y toda vez que Alejandra, su
bella e inteligente esposa, nos invitó a sorprenderle, pues pasé a comprar una edición
especial de Johnny Walker, por el bodegón, la envolvieron de una manera espectacular
y fuimos.
Su tía
estaba allí, buena moza, bien arreglada y me tendió la mano a quemarropa,
minutos después, ya no se aguantó: ‘’Yo le conozco a usted’’
En
aquellos años de decencia, la gobernación del Estado Carabobo en Venezuela, había
abierto un programa especial de ética para los oficiales de la policía, yo era
un maestro de la escuela de postgrado en dos de las universidades del área y me
contrataron para hacerlo.
Cuando
llegué puntual, de traje y corbata, ya estaban algunos de ellos, pasé al aula y
cerré la puerta con llave. El reclamo no se hizo esperar: ‘’profesor, el
comandante no ha llegado, por favor no cierre con llave’’
-El comandante
aquí soy yo, y los alumnos deberán, por ´´ética´´ llegar primero que yo o no pasarán
a mi aula de clases.
Saqué
mi pistola Browning gran potencia de 9 mm y la puse sobre el escritorio y acto
seguido pregunté: ¿Por qué no robamos un banco y nos repartimos el botín mañana
a esta misma hora en esta misma aula? Total, nosotros somos la policía, nadie
nos perseguirá, ¿Qué les parece?
Como
es de esperar el silencio era sepulcral y su lenguaje gestual me advertía del
rechazo de mis ahora alumnos.
La ética
son las reglas para vivir mejor esta vida, mientras que la religión son las
reglas para vivir mejor la vida que viene.
Fue
un gran programa educativo y de entrenamiento que a todos convino y recuerdo a la coordinadora encantadora, se llamaba Santa
Pozo y me temo que era muy severa, exacta y profesional, por ello coincidimos.
Hice buenas
migas con esos alumnos de la ley, los conocí bien, además por aquellos años
estaba en la universidad Fernando Savater, autor de ‘’Ética para Amador’’ y ‘’Los
siete pecados capitales’’ y este servidor había sido designado para atenderle
durante los tres meses que estuvo por aquellas tierras benditas.
-Su
cara me parece conocida, me dijo la tía de Alejandra. ¿vivió usted en Valencia?
Le
pregunté con amabilidad: ¿Cuál es su nombre? Y me contesto: Santa Pozo.
Fue
una noche divertida, la pude ver de cerca, ya no es tan temible como cuando era
la coordinadora del programa especial para la policía, ya no presenta esa
severidad de antes, ahora esta mas bonita, mas humana, infinitamente más simpática
y yo ahora no tengo cabello, me adorna una barriga infame, surcan mi cara las
arrugas de las millas de la vida y mientras tomaba mi vino, llegó el cumpleañero,
mi amigo Martín a quien sorprendimos, aunque me temo que fue Santa Pozo, la
profesora Pozo, quien me sorprendió gratamente a mí.
La educación
basada en la ética posee caminos insondables que a todos aprovecha, gracias
Santa por tu memoria, por tu inmensa capacidad organizativa y por ser una
educadora sin horarios.
juradopublishin@yahoo.com