PARA MI
COLEGA Y AMIGO, EL CN. BERNARDO JURADO
En 2019 mi
aprendizaje literario dio un giro muy favorable, mi admirado colega y amigo
Bernardo Jurado, me llamó para ofrecerme ser corrector de pruebas de su editorial.
Este
fue el zarpe a un mar océano muy amplio en el cual mi novel velero enfiló su quilla
dispuesta, aunque temeroso.
A
lo largo de éstos 6 años he aprendido a seguir sus aguas, a navegar las
procelosas olas de la ortotipografía y - al seguir su estela - una nueva
habilidad surgió, la del "escritor fantasma" o ghostwriter.
Hace
unos meses me habló de su más reciente obra y me "enganchó" al
dejarme leer lo que, hasta ese momento había escrito. Lo consideré un
privilegio inmerecido y confieso que me sentí orgulloso de su confesión y más
aún de esa concesión y confianza inusitada, a mi juicio entonces, inmerecida.
Como
sabrán, Bernardo es mi colega, hijo de nuestro superior, el CN Bernardo Jurado
Toro, eximio escritor y poeta y maravilloso orador, de unos 58 libros
publicados, libros de nuestra profesión y de literatura universal. Un personaje
que ya está en la historia naval de Venezuela.
Pues
bien, haciendo honor al dicho "lo que se hereda no se hurta",
Bernardo Jr. no le perdió un trazo a su padre y no sólo ha emulado a Don
Bernardo Sr., sino que en algún momento y lugar pudiera no superarlo sino
hacerlo sentir más que alegre, como debe estar observándolo con genuino y
justificado orgullo filial desde el cielo de los poetas.
El
escrito que me envió, con el encargo de no corregirlo sino de leerlo, se
transformó en un delicado como exigente compromiso moral autoimpuesto.
De
inmediato me sumergí en sus letras, a ratos técnicas en un área conocida para
ambos, como es la navegación de altura, a otros ratos poéticas, con su toque de
fina sensualidad, en toda su trama con misterio, el de la vida de los
navegantes del Caribe y sus trampas, con citas muy adecuadas de libros leídos
por él, referidos en el punto exacto y con una precisión de relojero a cada
momento de sus singladuras y así, entre mi envidia de verlo navegar en
solitario en su velero Blue Book, me vi llevado por él de pasajero, por los
mares de su fecunda imaginación transformadora de un evento real en una novela
ficticia en la cual uno no logra precisar qué es lo real de lo imaginado. Todo
ello en una prosa poética como la de su padre , con la cual coquetea con las
mareas y las brisas del rosario insular de Las Bahamas, en su aventura de
encontrar un tesoro de un navío antiguo, de cuando la ambición del navegante
acudiera al llamado de la bulla aurífera de un dorado prometido, de aquellos
ambiciosos piratas, filibusteros o corsarios que no se atrevieron a la valiente
empresa originaria colombina , pero sí se arriesgaron a buscar su tajada del
pastel caribeño cuando el descubrimiento del camino de las indias occidentales
fue señalado por el grande almirante de la mar océano.
Como
ya es mi costumbre y Bernardo generoso me reconoce como crítico literario, que
no me considero, escribí una sinopsis de su obra, sin ninguna pretensión, sino
admirado, una vez más, de la belleza de sus letras, de su ingenio.
Así
fue como surgió su travesura de colocarme de prologuista de una obra tan
magistral y bellamente escrita que hasta el que carga los bultos en Amazon.com
puede sentirse orgulloso.
Gracias
Bernardo por haberme incluido en tu obra y por favor, espero la invitación a
compartir lo encontrado en latitud 27 y longitud solo conocida por ti y el
audaz capitán del Blue Book.
CN Eddy Dario
Barrios Orozco
Corrector de pruebas y ghostwriter de Jurado Grupo Editorial, Miami, USA.