MEDIA NOCHE
EN PARÍS
Muchas
veces he estado allí, pero este fin de año lo pasaré tratando de crecer, sí señor.
París, me cautiva y enamora, porque está llena de cultura y si no, las
personas, intentan parecer al menos un tanto cultos o amantes del saber.
Vi
hace algún tiempo esa película. Es el sueño de cualquier escritor del siglo XXI.
Caminar por las bucólicas calles adoquinadas, un tanto fastidiado hasta
perderte en algún barrio, sentarte al pie de una escalera de cemento y esperar
las doce de la noche, si, cuando suene la campana de alguna iglesia cercana.
Espero
que también llegue ese carro antiguo de los años veinte del siglo veinte y
licorado con vino y champan francés, FitzGerald me invite a subir y me lleve al
encuentro de su competidor natural Ernest Hemingway, quien licorado en el
antiguo bar me diga que no leerá mi más reciente novela por las dos razones por
las que yo no leo a ningún nuevo escritor y paso a contarles: si la novela es
mala, cosa que con frecuencia pasa, no llegaré a la tercera página, no pasaré
de allí, cerraré el libro con cierta rabia por haber perdido mi tiempo y por
supuesto mandaré al escritor a la parte de atrás de los Campos Elíseos y con ello me
ganaré un nuevo enemigo, que engrosará la ya muy larga lista de tontos que
quisieran asesinarme, pero si la novela es buena, también me dará mucha rabia,
porque los escritores somos competitivos, no con otros escritores sino con
nosotros mismos y allí en ese momento exacto me preguntaré: ¿Por qué esta
historia no se me ocurrió a mí? Y ahora pueden mis lectores acusarme de
envidioso, ruin, hombre de bajas pasiones, pecador suspicaz y malhechor
caminante de la Rue de Vaugirard.
Después
del desplante de Hemingway, caminaré un par de cuadras, donde espero que con su
bastón con cabeza de león en marfil, me detenga Dalí, para preguntarme si me
gustan los rinocerontes y mientras mi cara de incógnita desaparece, llegue su
amigo Luis, si, Luis Buñuel. Esto es toda una locura encantadora, que solo
ocurre en la mente de un escritor, mientras Hemingway huye con la nueva novia
de Pablo Picasso al monte Kilimanjaro.
Este
ha sido un buen año para mí, porque he comprendido que para ser escritor, la imaginación
debe desahogarse, por el vertedero de la gravedad, so pena de ser acusado de
loco o de Dalí que sería aún peor, pero más honorable y honrado para los
creadores.
Tu
vida puede ser la fábula de los párrafos anteriores o la pesadilla de las
historias de Agatha Christie, tu como siempre decides, mientras yo preparo mi
traje para el encuentro con esos talentos infinitos que marcaron, mientras
tomaban sus tragos, la conducta, el pensamiento y la literatura contemporánea.
A
los escritores, dramaturgos, pintores, cineastas y demás desquiciados, les
recomiendo que sigan soñando y libando, para que este 2018, esté lleno de sueños
guiados, de esperanzas, y de bellas locuras.
¡Siempre
me ha gustado, la medianoche en París!