LOS INFANTES TE ODIAN.
-Bendígame
padre, porque he pecado, le dije a mi confesor sentado junto a él, a solas en
la pequeña capilla.
-Los
infantes me odian.
-Cuéntame,
te escucho: ¿los infantes de cual edad?
-Creo
que, de todas las edades, le dije sin dudarlo.
-¿Y
porque, hijo mío?
-Porque
les he dicho algunas verdades, no todas, solo algunas, padre.
-¿Y
quien te ha dicho eso, la directora del colegio?
-¿De
cual colegio padre?, me lo ha dicho Juan Pablo.
-¿El
santo?
-No
padre, el pecador, me dijo que los infantes de su promoción todos me odian.
En
ese tenor transcurrió la confesión, entre su santa visión y mi extremo miedo,
porque alguien que lo odie a uno es cosa seria, pero que toda la promoción de
mi amigo me odie, ya es un extremo, además, me temo que eso es solo la punta
del iceberg del odio, porque tiene entonces que haber otras promociones que también
me odien, seguía cavilando mientras respondía las preguntas del padre.
-¿Y
que edad tienen esos infantes, todavía están en la primaria?
-No
padre, ellos ya son estudiados, algunos se graduaron conmigo.
-Pero
por infantes, deben ser inmaduros, hijo mío, me refiero por la edad.
-No
padre, ya hay algunos mayorcitos, como en todo grupo hay algunas buenas
personas y otros que han estado presos como Manuel Yánez Villegas.
-¿Y los
padres de Manuel lo saben?, me preguntó el cura con inocencia.
-Me
imagino que sí, porque todo el país lo sabe, aunque nadie sabe, todos saben y
hasta opina con cierto garbo, deja saber sus opiniones, como si ser presidiario
sea algo a imitar, a seguir y, además, cuando se es preso no por sus creencias
como lo fue Cristo, sino por fraude a más de 25.000 cristianos, ¿no cree usted
que es peor que Judas?
-No responderé
ante esa pregunta tuya que también me resulta odiosa, odiadora, antipática,
maluca, poco ética, creo que tú también le tienes rabia a ese niño Manuel, el
infante que estuvo preso, por fraude y no te acepto que sigas levantando falsos
testimonios, porque él te odie.
-Entendido
padre, más nunca lo diré, pero…
-No
hay más peros, me cortó con autoridad, además, te diré algo mucho más grave: no
solo los infantes te odian, si es que acaso estamos hablando de los Infantes de
Marina, también algunos aviadores y muchos de a bordo, si señor, debes, me dijo
ahora a manera de consejo, debes ser mas blando. Debes perdonar que todos esos
que te odian son chavistas y muchos como es de esperar, con problemas mentales,
porque defender el chavismo a esta altura de la inopia nacional, es un problema
mental.
Me persigné,
agradecí en silencio la confesión de la cual no me dió la absolución y ahora me
encuentro mas preocupado, porque son muchos los que me odian y me debato entre
seguir escribiendo o pedirles perdón, ayudarlos a no ser tan resentidos, porque el resentimiento es el aval moral de la envidia, pero
es que nadie entra a la Armada para ser de tierra, excepto aquellos que temen
el rigor de la tecnología y de la vida en la mar.
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