LA RAÍZ DEL
SUFRIMIENTO
Es
un estado emocional, yo creo en eso, es aprendido y seguramente mal manejado
por ti y por nadie más. Grupalmente se le llama ecotimia a esa emoción social,
positiva o negativa, de aceptación o rechazo.
Tal
vez un tema digno de un libro de Osho, seguramente un tópico para llevarlo a
desgranar por mi estimado Ismael Cala, pero no, debe ser hecho por Usted, es
Usted el sufriente, es a Usted a quien le aprieta el zapato derecho, es a Usted
a quien le molesta la pina debajo del brazo.
Mis
afectos me han acusado sin razón de ser duro emocionalmente y no es cierto. Me
platicaba Jorge que le daban lástima los Almirantes y Generales de la Venezuela
actual, de sus improvisaciones, de sus lealtades a Chávez más allá de la
hombría y resulta que nos topamos nuevamente con otro problema emocional, no es
lástima ni es emocional es desprecio lo que él siente por estos oscuros y
arrastrados personajes.
Las
cosas siempre deben ser llamadas por su exacto nombre o nos confundiremos. Se
los explico mejor: el amor eterno, de acuerdo al Psicólogo y escritor brillante
Walter Riso, creo que dura dieciocho meses en promedio de manera que el eterno
siempre sobra porque nada es eterno y pasamos entonces a ser víctimas de la pasión
armoniosa u obsesiva. La armoniosa no necesita mayor explicación, pero he
tenido amores obsesivos terribles, asfixiantes, castrantes de las iniciativas y
por ello he tenido que decidir, porque una de las cosas que no podemos negociar
es la paz, la felicidad, el sosiego, el solaz. Las he despedido de su empleo de
policías de mis actos, he dejado de ser sospechoso permanente de sus
inseguridades y por supuesto he aniquilado la raíz del sufrimiento y todo esto
ha pasado queriéndolas, de manera que estoy hablando de la palabra mágica, EL
DESAPEGO.
El
desapego es la clave de la felicidad, si no me quieres como yo quiero, te dejo,
¡porque te amo pero no te necesito!
Si
no tenemos intereses comunes, más allá del lujurioso intercambio de fluidos (saliva,
semen o flujo vaginal), te dejo, porque el crecimiento intelectual es de suma
importancia para el humano postmoderno y todo eso ocurre ¡queriéndolas! Y así
sucesivamente. Estoy hablando de emociones, imagínense si abordamos las cosas
materiales y por ende de secundaria importancia.
De
lo que les hablo es del “deseo-apego” que es ese enfermizo estado emocional de vinculación
compulsiva a una cosa o peor aún a una persona: es que yo no puedo vivir sin
ti, ¡pues huyan que están a tiempo!, es que sin ti me muero, pues no preparen
al funeral porque eso es mentira, toma este puñal y córtame las venas, (como
dice el bolero), mis amigos, yo no creo en nada de eso, porque el amor no es
para sufrirlo sino para disfrutarlo, de manera que la raíz del sufrimiento está
en apegarse a cosas que al final de nuestros días nada dejarán y peor aún, no
se llevarán a la tumba.
A
veces pienso que pertenezco a un sistema infinito de cosas, que por su obviedad
nadie puede resolver, a menos que entiendan que no existen problemas sino
soluciones que se encuentran ocultas.
Caramba amigo mío. Ahora si la botaste de jonrón. Que escrito tan interesante y con tanta verdad. Cada día esa pluma se afila mucho más. Enhorabuena
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