MUERTE EN LOS MONJES

MUERTE EN LOS MONJES

            Con frecuencia bajaba a tierra para permitir mayor libertad a mi tripulación. Era un pequeño buque que me tenía enamorado, lo cuidaba como si de mi Ferrari se tratara. Esa mañana, estimando las nueve, me puse mis zapatos de goma y salí a explorar por aquellos desérticos cerros de piedra.

            Desde la cima, el océano es todo nuestro, es imponente, esas piedras están llenas de historia, son una suerte de vigilante eterno y callado, un pionero desahuciado y abandonado.  

            Poseemos un escuadrón de seis patrulleros misilísticos y cañoneros en Punto Fijo y era nuestra responsabilidad atender a los tripulantes de la isla, hacer los relevos de ellos, llevarles y asistirles con comida, agua, enseres de todo tipo, repuestos para los radares y equipos de comunicaciones que allí teníamos. Yo siempre zarpaba a las cuatro de la madrugada, porque la navegación era de cuatro horas hasta allá y la mar siempre estaba más amable a esas impensables horas. Atracábamos en el pequeño y peligroso muelle y allí comenzaba la fiesta de intercambios y apoyos.

            Esa mañana, caminaba sin rumbo, tan solo queria sudar y alejarme y de repente, en un risco conseguí lo que con mucha probabilidad eran unas siete tumbas cavadas en la roca. Tenían los nombres de los infelices y el grado militar, eran de la Guardia Nacional. Alarmado me devolví para hablar con el que fungía como comandante de los islotes, quería preguntarles por aquellos cadáveres y en que infausta circunstancia murieron olvidados de Dios.

            Todas las tumbas tenían la misma fecha del año 1958.

            La Isla de los Monjes no posee agua de manera natural, no tiene vegetación, no tiene nada que no haya sido hecho por humanos, son, como dije antes unas piedras atravesadas como advertencia para los marineros.

            El 23 de Enero de 1958, fue derrocado el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, tiempos difíciles fueron aquellos, tiempos de confusión, de reorganización del país, de las fuerzas políticas y democráticas, luego de diez años de dictadura militar. Los mandos ocupados de los alzados o los que participaron de alguna manera, todos tratando cual vasos comunicantes de lograr los equilibrios y ¿saben qué? se olvidaron de los pobres Guardias Nacionales, quienes en aquella época no solo no tenían medios de comunicación sino que tampoco tuvieron manera de abandonar las Islas.

            Esta historia dolorosa y penosa que he relatado, no forma parte oficial de los registros desclasificados, realmente no me importa, lo que sí, es que fallecieron estos militares por abandono, lenidad y olvido.

            No quiero ni siquiera imaginar la lenta muerte, por inanición, no quiero imaginar sus conversaciones desesperanzadas.

            Que Dios cuide sus almas buenas.