TESOROS DEL
ALMA
Ahora
lo entiendo bien. Ahora comprendo el para qué, pero en aquellos años setenta, podríamos
haber sido calificados como aburridos y fuera de moda.
Muchas
veces sucedió esto que paso a relatar: tomábamos un autobús que nos llevaría al
centro de Caracas (quiero recordar que aún no cumplía los dieciséis) y llegábamos
a la Biblioteca Nacional como quien lo hace a EPCOT Center o Universal Studios
en Disney World y allí en el café estaban los personajes que discriminábamos desde
nuestra escasa e infantil cultura general.
Ese
Señor que está allí es Caupolicán Ovalles y sin pena ninguna nos acercábamos al
escritor para pedirle nos dejara entrar al intelecto. Aquel otro, el que toma
el café es Carlos Rangel, si, el que escribió “Del buen salvaje al buen
revolucionario” ¿lo leíste? Y está con Sofía Imber.
Un
par de jovenzuelos que nos acercábamos y hasta alguna vez nos dejaron sentarnos
para discutir sus obras y contestar nuestras tontas preguntas de niños, que
probablemente impresionaban a los autores y hasta llegaron a decirnos ¿Qué hace
un joven como tu leyendo mis libros?
¿Y
qué opina Usted de la obra de Frederich Nietzche? Entiendo que Usted es ateo.
Carajo
muchacho: ¿Cómo te llamas? ¿Tú has leído a Nietzche?
Allí
se exponenciaba mi ego para contestar algo que aún me enorgullece, pero a esa
escasa edad era una divina arrogancia: “yo he leído todo lo que el filósofo ha
escrito, Papá tiene todas sus obras en su inmensa biblioteca”
Luego
de medir nuestras fuerzas, mi amigo Vladimir Petit y yo íbamos a la dependiente
para preguntar por libros raros y allí sonábamos, crecíamos y discutíamos cual
escritores franceses.
Más
de una vez, en la acalorada discusión intelectual llegaba mi Padre, que sin
quererlo asumía su posición de árbitro cuando requeríamos su sabia palabra: ¿Papá
cuál fue la verdadera causa de la entrada de los Estados Unidos en la Segunda
Guerra Mundial?
Yo
considero a Winston Churchill el verdadero genio y un líder inspirador.
Lo
que quiero ilustrar en este escrito nocturno de domingo, es que nadie puede ser
escritor sin ser un lector profesional y en lo personal no recuerdo receso
alguno en mi vida sin haber manoseado alguna publicación diariamente, sin haber
dormido entre sabanas pero también entre páginas, sin haber soñado ese sueño
guiado de la literatura, sin haber sentido esa incontenible pulsión de aprender
algo.
Llegó
Jaime Bayly al estudio para nuestra entrevista y me dijo dos cosas: “tu libro
me tiene narcotizado, lo he leído completamente y quisiera que me dijeras ¿Cómo
quieres que te presente? Como Capitán de Navío, Magister, Doctor, detente
Jaime, quiero que me presentes como lo que realmente soy actualmente, como
escritor, ¿sabes porque? Porque hay un abolengo que supone inteligencia, tú
eres uno de ellos y bien sabes que hay periodistas y Capitanes que no son
inteligentes, pero nosotros los escritores al menos lo intentamos, y ¡reímos
ambos!
En
el antiguo Egipto se les llamaba a las bibliotecas “El tesoro de los recuerdos
de las Almas”
¡Por
algo será!
saludos, muy bueno ese concepto egipcio de las bibliotecas...de cuando en vez repaso la mia, que por sefuro no es tan voluminosa como la tuyray sigo regalando...libros relacionados con mo profesion y novelas, de recrescion intercambiada cn los intengrantes de la familia y amigos, y no caigo en ese decir..." no se sabe quien es mas tonto....el que presta o el que devuelve!!!
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