LA PEOR DE
LAS INDIGENCIAS
Nos
es lícito ser indigentes, de hecho es un derecho adquirido. Podemos decidir no
tener casa, vivir en un bote, bajo un árbol o en un apartamento con vista al
mar en Brickell Key. Eso es material, una indigencia basada en lo que tienes,
que a mi juicio se ha convertido en una patología por estas tierras del
milenio, por aquello de que “tienes más, te crees más” y lo lamento, no es
cierto, porque esa ecuación de vida podría con frecuencia ser contraria: “tienes
más y eres menos”
Mi
Padre, al que considero un aristócrata, nos decía que la única aristocracia es
la del intelecto, es la verdadera, la que se nota, la que establece la
distancia tal vez sin querer, porque creo (y esto es mío) que la inteligencia
no se puede ocultar, es como el humo del cigarrillo, esta allí, se huele como
las invisibles feromonas en aquello del sexo, se percibe en los microgestos del
inteligente.
Si
me engañas una vez, es sin lugar a dudas tu culpa, el mentiroso eso es, traidor
con frecuencia, no al que miente sino a sí mismo, se traiciona, convierte su
vida en una fábula increíble (por lo de poco creíble) y debe tener buena
memoria, cosa poco común, porque si no tendrá que inventar indefectiblemente
una mentira más grande para tapar la anterior, en aras de resguardar su
prestigio y su manoseada autoestima. Pero si me mientes dos veces, es culpa mía,
de manera que tomaremos acciones para que esto no suceda. Una de ellas es
alejarnos, no estar cerca para evitar que salga el demonio indecente que
descubrirá al mentiroso y que romperá la relación, pero ¿qué piensan si les digo que es mejor romper
la relación que andar con el mentiroso?
Malas
noticias: mentimos al menos tres veces cada diez minutos, los hombres lo
hacemos más que las mujeres y mentimos más a los hombres que a ellas, pero
cuando la mujer miente es porque ya ha perdido enganche emocional con su
pareja, me refiero a un caso marital, me refiero a engaño e infidelidad que no
tiene que ser carnal. Es cuando se es infiel a un pacto, al proyecto de vida, a
los planes para el futuro y la vejez. Por supuesto la infidelidad sexual tiene
otro cariz, pero esa es una materia paralela a la que quiero exponer.
Si
no me quieres como yo quiero o al menos como te quiero yo a ti, prefiero estar
solo, palabras del insigne Doctor Walter Riso y creo que tiene parte de razón,
porque la peor de las indigencias es no ser correspondido con el valor por
valor del cual ya hemos escrito.
El
no ser correspondido merma la autoestima, el ser engañado oxida la
personalidad, la escarcha y la deteriora y si Usted no tiene control,
simplemente su mente deja de trabajar bien, deja de vivir bien, somatiza el daño
intencional o no, pero al final, como comencé este escrito, es Usted el único
responsable de seguir en una relación que no comparte valores y creencias. ¿Sabe
qué? No sea víctima de la peor de las indigencias, la cual es el amar sin ser
amado.
Hola Bernardito, cambiaste el tercio y sin avisar, sorprendido me quede y hasta medio indigente me siento por seguir esperando ser correspondido ....por dama lejana circunstancialmente imprevista, ya para 2 años, por asuntos familiares de causa mayor para ella(su hija y nietos, alla)pero que se mantiene el contacto y el NO todavia por pronunciarse...
ReplyDeleteSaludos y cuidate