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Sunday, April 12, 2020

UN FRASCO DE IRA


UN FRASCO DE IRA

            Cualquier cosa me levanta, estaré en mi camarote, dijo el Capitán con autoridad.

            Se acostó y en lo que podría parecer en su inconsciente apenas unos minutos se escuchó un fuerte golpe a bordo, un golpe sobrenatural y aterrador. Como pudo y ante la agresiva escora que ahora tomaba su viejo buque a vapor, se vistió con prisa.

            En el puente todo era caos. Lo primero que hizo fue ver el barómetro para con terror comprobar que este daba vueltas ante la sorpresiva baja presión atmosférica. ¡Estaban dentro de un huracán!

            En mis dieciséis años a bordo, años de aventura, de bellos amaneceres y sorprendentes atardeceres, tuve la fortuna de enfrentar tres huracanes. Con frecuencia desde que vivo en estas playas de Miami, azotadas por ellos, aseguro que preferiría enfrentarlos en la mar, donde tendría el poder de cortar su iracunda cinemática, tendría el poder de maniobrar y jugar con sus fauces, podría burlarle y reírme como ahora lo hago, pero aquí, en mi apartamento, que queda cerca del cielo por lo alto y frente a la mar, no tengo opción sino esperarlos, de quedarme inerme y entregarme a su furia y eso me exaspera.

            La furia que se siente en un fenómeno meteorológico como un huracán o un tifón me temo que es difícil de describir. Podría asegurar que el escritor que con mayor maestría lo ha hecho es Joseph Conrad, pero esta frase, la que adorna como título este escrito es de él. Un huracán se siente como si se rompiera un frasco de vidrio lleno hasta el tope de ira, es una rabia sobrenatural, sobrecogedora, terrorífica donde cualquier hombre, por marinero y experimentado que sea, se asusta. A los barcos les sucede lo mismo, porque cualquier persona que haya pasado largos periodos en la mar, podrá entender que a los buques podemos comprenderlos, podemos hablar con ellos en un lenguaje silente. En lo personal con mis dos manos tocaba sus mamparos, sobretodo el casco cuando estábamos atracados y allí le hablaba y lo mejor, el me respondía y a esta altura de mi escrito podrán pensar los de tierra que estoy loco, pero los hombres de mar saben bien de esto. Me respondía y aseguraba que me traería a salvo y yo a él, era algo más allá de lo que podemos imaginar, porque cada buque es diferente, tiene su propia personalidad y su manera de lidiar con el frasco de la ira de la mar.

            Lo que ahora pasa con la pandemia del coronavirus es similar. Me encuentro en mi apartamento, inmóvil, no sé cómo maniobrar para librar a mi tripulación y a mi buque y tomaré la misma actitud que a bordo: pondré cara de valiente, guardaré silencio, me mantendré incólume, entenderé que se ha roto el frasco de la ira, pero que en algún momento se tranquilizará y que como ahora sucede, caerán a la mar algunos y seguiremos nuestro rumbo, tratando de guarecernos en el puente, ordenando que nadie esté en el externo y apretando con fuerza ese viejo rosario que llevo en el bolsillo de mi ajada chaqueta marinera.

 

Bernardo Jurado es el autor de “Escritos nocturnos, lecturas laxantes” y ocho libros más, todos a la venta en Amazon y las más prestigiosas librerías de Miami y el mundo.

           

 

 

 

3 comments:

  1. Bernardo, yo me siento como una de esas reses del Serenguetti africano, rodeadas de leonas, esperando el ataque.Esa es mi sensación angustiosa, en la incertidumbre total. Súmese que no dispongo de información oportuna y veraz. No obstante, sigo siendo el dueño de mi destino y el capitán de mi alma. Saludos comandante.

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  2. Saludos mi Capitán de Navío, tengo algo de experiencia con los huracanes y una profunda herida en mi alma por una tormenta (Brett).Mi humilde trabajo era recomendar al comandante el mejor rumbo para evitar el ciclón y excepto una vez no hicieron caso a mí sugerencia y fue muy rudo. Hoy estamos todos escuchando crujir las cuadernas me toca recomendar: Dios me ha dicho a través de sus palabras que confiemos en el que nos va a llevar a puerto seguro en esta gran tormenta. Mil bendiciones Comandante

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  3. Ese pasaje de hablar con el barco es muy cierto, lo hice varias veces como Oficial de Guardia de Puente en diversos buques, y después con mucho mayor fervor. Nada lo hace sentir a uno bien como infundirle ánimo, reiterar con fe su fortaleza y su capacidad para seguir avante ante cada nueva ola que parecía tragarse la proa, hasta que volvía a subir desafiante. En ese momento le decía, te fijaste que si puedes? Vamos, otra vez, vamossssss!!!! Ahora hablo con mis 4,5 mt2 de jardín, con mis bromelias, helechos y orquídeas. Casi que les digo lo mismo. Abrazo querido y admirado amigo.

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