LA
CAMÁNDULA DEL CAMARLENGO
El
domingo en la mañana, con el que a mi juicio es un terrible frío invernal en la
Florida, salí a caminar y la brisa cortaba la piel. Mi amigo Carlos V. que vive
en Vancouver, no tardará en burlarse de este aserto, pero ¡yo sentía mucho frío!
Y con todo y eso caminé unos cincuenta largos minutos, bajo un sol radiante y
un día que parecía más bien una postal, para llegar a pie a Friend’s a comer un
par de empanadas y llevar otras a casa. Solicité el baño para vaciar mis depósitos
urinarios y casi tuve que sentarme para no salpicar la tapa, por cuanto no le
encontraba, se había escondido, estaba aturdido, estaba aterrado, congelado, frisado
de la baja temperatura.
Se
hicieron las once e invité a mi hijo a almorzar en un restaurant, pero le dije
que antes debíamos saludar al jefe y el me preguntó: ¿vamos a pasar por tu
oficina? Y guardé silencio poniendo mi rumbo hacia la Ermita de la Caridad del
Cobre, donde no solo está el jefe, sino la mamá del jefe.
Las
respetuosas y pías oraciones al Santísimo y luego fui a dotarme de algunos
implementos que ya escaseaban en casa y compré algunas camándulas para
regalarlas después de rezarlas. Hábitos decenarios que me encanta mantener. Regalar
a quien más le hace falta. Debo corregir algún detalle, porque una (camándula)
es un rosario que debería poseer entre
una a tres decenas, también corresponde a una orden monástica católica del
siglo XI, fundada en la Toscana. Pero yo compré unos de madera, muy bonitos de
cinco decenas como es la actual usanza, porque antes poseía ciento cincuenta
como el número de los salmos.
El
Camarlengo es una suerte de secretario del Papa y al morir este tiene
responsabilidades muy serias y coyunturales.
Cuando
Benedicto XVI, entrega sus responsabilidades y se escoge al Papa número 266
desde la creación de la Santa Iglesia Católica, o sea, al Papa Francisco, el
Camarlengo era el Cardenal Tarsicio Bertone, de quien podría asegurar echó mano
de su camándula para pedir la Divina Protección ante esa tamaña responsabilidad.
Es
raro lo antes expuesto, que un Papa dimita, al menos en lo que llevo de vida,
es la primera vez, pero un Camarlengo normalmente ejerce al morir el Santo
Padre, por cuanto es a él a quien le corresponde, entre otras delicadas
funciones, comprobar la muerte del heredero de Pedro, también sella las
habitaciones y apartamentos papales, cual General de los Ejércitos, toma posesión,
comando y control de los Palacios Vaticanos, en paralelo, se encarga de las coordinaciones
de los funerales, del conclave y el alojamiento y logística de todos los
cardenales, mientras se elige al nuevo Papa, de manera que sin la fuerza de su camándula,
de lo que ella significa, de su poder mágicamente comprobado, sería muy difícil,
en pleno doloroso luto, cumplir y ser de alguna manera el Sumo Pontífice por
tan corto tiempo.
Por
los momentos, este pecador, siempre lleva una al alcance de la mano, para
librarme del temible “MALAMEN”
Necesitamos un Camarlengo, quien asuma la transición deseada, con su camàndula de 5 decenas y ojalà no sea nada oculto y secreto, bellaquerìa o astucia maligna de trastienda, que nos suma en peor predicamento del actual.
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