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Thursday, June 29, 2017

VIVIR PARA CONTAR


VIVIR PARA CONTAR

            Dependiendo de tu vida y como la veas podrás contarla. Gabriel García Márquez llegó a asegurar que tu vida no es tú vida, sino como la cuentas y yo estoy de acuerdo porque de cada pequeño evento me persuado que vivo una vida paralela al preguntarme: ¿Cómo contaría este episodio en particular?

            Algo sumamente sencillo y que a pocos se les ocurriría contar. Evitando la tragicomedia, la exageración, la dramatización, me he tirado al mar en la tarde de hoy. A unas mil yardas de la orilla se encontraba un velero de casco azul y de unos veinticinco pies de eslora, fondeado en plena bahía. Quiero recordar que casi a diario nado unos mil doscientos metros en la piscina de casa. Es como hacerlo en un laboratorio controlando todas las variables, empezando porque no hay tiburones, medusas, aguamalas o cualquier otro ser vivo indeseable cuando nos encontramos en plena meditación y sumergidos parcialmente, en movimiento, con el pulso naturalmente acelerado, con la consabida respiración cortada.

            La mar al ser más densa que el agua dulce, ayuda a la flotabilidad y pensé que estaba en perfecta forma, por cuanto entreno en agua dulce y a cada brazada avanzaba más de lo que estoy acostumbrado y nadé hacia el velero y mientras lo hacía recordé a los tiburones, que como todos han visto en los medios, los hay en buenas cantidades por estas calientes costas floridanas y pensé que los tiburones no pueden morderme, porque ellos, los escualos infames y terroríficos no son coprófagos y me reí.

            Debajo de mí, la oscuridad absoluta de las profundidades, algo que para un marinero es normal. Después de estar bien alejado de la playa, observé que una corriente me ayudaba con sobrada holgura a llegar al fondeadero y llegué y toque su casco y me sumergí para verlo por debajo. Ya tenía unos veinte minutos encantadores en la mar, sin otra ayuda que mi entrenamiento, sin otra orilla que la lejana playa y decidí devolverme.

            La llamamos “la mar”, porque es hembra, es iracunda, repentina, inexplicable a veces, con frecuencia inentendible y cada cuatro horas cambia con la subida de la pleamar o su bajamar, en fin, con las mareas que son obligadas por el magnetismo astral, como las damas.

            La mar es encantadora y yo estaba entregado a ella, sin defensa alguna, sin manera de poder cambiar mi destino y eso me subyuga, mientras mi esposa preocupada estaba a punto de llamar al 911, al Coast Guard, a la US Navy, a la NASA o al manicomio más cercano, persuadida de que no estoy bien de la cabeza.

            La corriente que me ayudó, ahora en rumbo contrario se convirtió en mi enemiga, en una feroz y el ser un hombre de mar me ayudó a entregarme a ella y me alejó aún más y mantuve la calma y la mire a los ojos y me botó más allá cuando ya había decidido no enamorarla más y nos divertimos ambos; ella, tratando de ahogarme y yo entre sus fauces besándola.

            Los escritores vivimos para contar nimias cosas.

 

6 comments:

  1. En la gran escritora brasileña de origen judío, Clarice Lispector, considerada una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX, sustento mi comentario para tu bello escrito:

    “Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba”.

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  2. Excelente escrito, en el mar la vida es más sabrosa pero desde la orilla, eso es uff de miedo, saludos.

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  3. Hola Jr, saludos, recordar es vivir, en mi época de cadte era del equipo de natación de Dios Y patria, libre, 50 mts en el relevo de 4x50, i mejor tiempo, nada que ver, 34 segundos y tenia 15 años en adelante hasta los 19, y siempre desde el 73 tuve embarcacion....como solia decir...marino de profesion y de placer....porque es un placer...y respeto "la mar" en todo momento y a bordo, como tu de las mas variadas, embarcaciones, con la salvada que navegue a vela, en aquellos tiempos, en el Isla de Aves, como un tripulante más, en adiestramiento ....of course....y desde entonces y justifique siempre y que " por razones de tiempo" nunca fui de vela, y anecdota en 1975 era Tn seconR-21 con "el catire paez de cmdte", ibamos a comienzos de dic a rendevouz con el P-14 en su primer viaje luego de construido con destino al origen de los colores del pabellon y debiamos en contrarnos en Cabo Verde, luego de 8 dias de cielo y mar, y yo con mi faena de navegador, y sorpresa un velerito de no mas de 18 pies con un solo hombre a bordo, nos aproximamos....un frnces navegando por placer, algo de apoyo logistico se le dio...y cada quien siguio su rumbo nosotros hacia el este y el hombre ciñendo quien sabe gacia donde, unico blanco en 12 dias de alta mar....por eso y lo del tiempo....velero....NO...jaja, saludos amigo, algun dia en persona te cuento que paso con Manzano y el P14...

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  4. me agarré del vivir para contar, y disculpa los errores ortográficos, pero ya como que me sale cama, 16horas con los que te conte de par en par..

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  5. Fui nadador en mi infancia y juventud, medalla de Plata en los Centroamericanos y del Caribe en 1962, muchas medallas de Oro y Plata, nadaba para el Club Altamira en la Copa Altamira, que era interclubes nacionales, etc. Siempre que iba a la playa junto con mis hermanos y/o amigos destacabamos. Toda mi vida me ha encantado la mar, lo disfruto al máximo, revoloteo, me sumerjo, "splasheo"(?), en fin es delicioso. Digo todo esto porque me haces recordar los años 70s y 80s cuando con Marianella y luego con nuestros hijos viajabamos a Oritapo, Todasana, Chuspa, La Sabana y otras, y nos bañabamos en esas playas vírgenes, oceánicas, sin salvavidas, eran difíciles y sobrevivimos, creo no lo haría en esta época. Ahora prefiero las playas locales que son tan sabrosas, a veces movidas, pero hay salvavidas :-) Abrazo y gracias por recordar la bella mar!

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  6. Un logrado texto, amigo Bernardo. Kiko

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