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Friday, June 16, 2017

LIBERADA EN CAUTIVERIO


 

Por: Raúl Torres

Sentía ella el terror todos los días en su fibra íntima, sin ya tener esperanzas de ver la luz de nuevo y hasta haberse resignado a no vivir más en este mundo. Con varios intentos en ir contra la ley de Dios y decidida a tomar la vida en sus propias manos y rendirla a la eternidad, de pronto recibe la noticia que ya es libre por razones humanitarias. Ya los crueles barrotes de la cárcel de mujeres la habían derrumbado, su cuerpo aguantó casi tres años de injustas privaciones, pero su mente sucumbió al estado de requerir que la internaran en un centro psiquiátrico.

No estoy relatando un episodio de Melpómene, quien según la mitología griega es la musa de la tragedia. Su tragedia era que tenía todo lo que una mujer desea para ser feliz sin dejar por fuera el disfrute sensual de una buena compañía masculina, pero su verdadero drama era que tenía todo y no podía ser feliz.
 

Su nombre en este caso es Araminta González, una musa venezolana a quien por avatares del destino su primer pecado fue haber quedado huérfana en este mundo sin tener más que a su abogado, su hermana que vive en España y algunas almas misericordiosas que algún cariño le han brindado. Es ella la protagonista de una triste historia en medio de este pandemónium que ruje entre amenazas verbales y físicas de cancerberos despiadados en el campo de batalla del asfalto donde caen con dignidad y valentía hojas jóvenes de un árbol llamado Venezuela que lucha por enderezar su tronco a pesar de la torcida obligatoria que le dieron hace ya casi dos décadas.

Araminta no lo tuvo todo, al contrario. Después de una vida con estrechez económica y desamparada de afecto familiar, tuvo que enfrentar sola la brutal   detención en la sede del CICPC de la Av. Urdaneta cuando le arrancaron el cabello a tirones y la golpearon con tubos mientras agredían también a su novio sin misericordia y del cual nunca más se ha sabido ni tenido contacto. Su crimen fue simple, es TSU en procesos químicos y era una estudiante brillante de Ingeniería Industrial. La acusaron de terrorismo porque tenía materiales químicos en su vivienda y eso bastó para su crucifixión.

Hoy Araminta es noticia a medias, pero fue olvidada por años en una mazmorra de la justicia huérfana como ella. Su alma quedó herida, su mente nublada. Sus sueños interrumpidos por una pesadilla que hoy es una tragedia nacional. Su encanto de mujer joven opacado por un pensamiento obtuso y abyecto que considera que la única vía es el sometimiento a la fuerza. Así está también el país y la mayor parte de la población que desesperada sale a la calle todos los días a protestar para que no les encadenen sus vidas, sus sueños.

Un amigo mío me dice que hay que tener ánimo, que vamos ganando. Pero como en todas las victorias, los sacrificios son inevitables. Unas madres que vieron caer el fruto de sus vientres para que otros puedan salir adelante y Araminta, a quien liberaron después de su injusta encarcelación pero hoy sigue en cautiverio. Si no luchamos por nuestra libertad, Araminta puedes ser tú y también puede ser Venezuela entera.

1 comment:

  1. mas tristeza de esta cotidianidad del diario vivir en este espacio...

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