SEMBRADORES DE VIENTOS

SEMBRADORES DE VIENTOS

            ¡Las cosas han cambiado mucho!, los diciembres en familia son por Skype, vía Australia con el primo, España con la hermana y la pobre viejita, tratando con la ayuda del único sobrino que le queda en el país, como hablar por ese sistema que ella no entiende.

            Para los enchufados la historia es similar, excepto para los más conocidos, esas caras que no pueden huir y con todos sus dineros, son más víctimas que cualquiera. No pueden tomar café en la esquina, no pueden manejar sus vehículos si no tienen toda una servidumbre que les garantice cierta seguridad y con todo el dinero amasado, tampoco pueden tomarse un licor en algún restaurant de lujo, si no mandan a vaciarlo, no vaya a ser cosa de que aparezca algún licorado demócrata que le llame asesino, ladrón o peor aún, ¡hijo de meretriz!. Eso da mucha rabia, pero esto no es nuevo, les cuento: por aquel año 2004, cuando laboraba en la capital, ya retirado de la Armada, mi Padre y yo almorzábamos casi a diario en el Restaurant “El Barquero”, en Altamira, como es de esperar, el dueño nos tenía apartada una mesa permanentemente a la derecha de la entrada hacia el fondo, era un sitio privado y tranquilo, pero esa tarde llegaron tres de ellos a la mesa contigua, mal hablados, mal vestidos, echones y bocones, pedían el whisky más caro a viva voz, pero con esa sorna indecente de los nuevos ricos mal habidos y mi padre con toda calma mandó a llamar al dueño y le dijo lo siguiente: Fulano, voy a levantar un poco la voz porque deseo que esta chusma revolucionaria de aquí al lado escuche lo que tengo que decir: “SI USTED NO RETIRA A ESTA CHUSMA QUE MOLESTA A TODO EL RESTAURANT, PUES MI HIJO Y YO NOS RETIRAREMOS Y TENDRÁ QUE LLAMAR A LA POLICIA PARA QUE ME OBLIGUEN A PAGAR LA CUENTA” los chavistas nuevos ricos se quedaron en una pieza, no esperaban una reacción así, nos miraban con odio y le sostuvimos la mirada, ¡ya era el enfrentamiento de dos países!

            La fortaleza de la moral es tan sólida como el acero templado y  los tres, con caras de asesinos se pararon cual corderitos y se cambiaron al otro lado del querido restaurant.

            Con beneplácito me llegan múltiples videos de compatriotas que se consiguen en ciudades del primer mundo a los ahora huidizos revolucionarios y saqueadores y les gritan, les exigen, les insultan, les exasperan porque su vagarosa actitud de más de dieciocho años, robando  autorizadamente, no se les va a perdonar. ¡Ellos han sembrado vientos!

            El amor es infinito, pero el odio también, ¡más viento! Desde Hugo Chávez y su también infinito resentimiento social, pasando por la tonta de Mari Pili Hernández y la ex jueza de Weston y su marido Capitán del Ejército y ex Vice Ministro, no podrán y ¿saben porque? Porque aquí en Los Estados Unidos el que no trabaja perece y ellos lo único que saben es robar y gastar la fortuna de la fiesta que ya se les acabó. ¡El que siembra vientos, siempre cosechará tempestades!