VICTORIA Y ABDUL
Yo
no sé, si es por la influencia familiar, sobre todo de mi Padre, pero existe
una conexión entre Gran Bretaña y algunos de mis gustos. A veces los consigo
demasiado sobrados, otras, sensibles, pero siempre orgullosos de su pasado, de su
monarquía y de sus costumbres.
Conversaba
con José Antonio, algo que podremos revisar, pero solo desde el pragmatismo,
apartando las emociones, entre las que podríamos encontrar una nueva: “el
patriotismo” Si, a veces el patriotismo se
convierte en una emoción novedosa y absolutamente absurda y como siempre digo,
se los explico mejor: tanto en España como en Latinoamérica, algunos
gobiernuchos han puesto a sus ciudadanos a pasar hambre por los que ellos creen
que es soberanía, ¿les suena?, ¿les golpea en la psiquis y en el estómago?
Comentábamos
sobre esa película encantadora titulada “Victoria y Abdul” y quiero recordar
que la Reina Victoria de Inglaterra falleció absolutamente anciana y acabada a
los ochenta y dos años de edad.
Era
absolutamente infeliz y recibió la Corona apenas a los dieciocho años, se casó,
tuvo nueve hijos y cuarenta y dos nietos, pero muchas intrigas que debilitaron
su alma; y esto que paso a relatar sucedió en sus últimos años, fue
parcialmente ocultado y debemos recordar de la dominación inglesa sobre la
india, mejor dicho, del Imperio Británico sobre la India.
En
barco a vela, durante dos meses de navegación trajeron a dos hombres
representantes de su gentilicio indostano para hacer entrega a la reina de una
moneda acuñada con su cara como emperatriz de la India. Abdul la llevó a la
larga mesa llena de comensales expectantes, con la instrucción de no mirarla, jamás
sostener la mirada ni cruzarla, por cuanto eso era una inmensa falta de
respeto, pero no, el simpático Abdul, la miró y le sonrió y ella, quien tenía años
sin que nadie lo hiciera, de manera inmediata, tuvo un enganche emocional, (otra
vez las emociones). Le mandó a buscar y este solícito acudió, mientras que los
asesores, quienes como de costumbre fueron sus solapados enemigos, estaban
asombrados y estupefactos. Aprendió algunas palabras, habladas y escritas,
aprendió que sus súbditos pensaban diferente, que existía el Taj Mahal,
construido por amor y que sus territorios de ultramar le eran absolutamente
desconocidos, pero lo que más aprendió es que los hindúes también sentían orgullo
de sus tradiciones y costumbres, de su historia y su religión.
En
la conversación con José Antonio, llegamos a la conclusión de que el venezolano
actual, no solamente aborrece su historia reciente, sino que para nada siente
orgullo de la pobreza, la corrupción, la brutalidad, la violencia, el saqueo,
las enfermedades, en fin, de la apatía de un país otrora pujante y que era la
envidia de muchos otros, un país inteligente y amable, simpático y culto y que
normalmente llevaba a su tierra lo aprendido en otras, sin traumas, sin
resentimientos. El Boulevard de Sabana Grande, fácilmente podría haber estado
en París, el Teatro Teresa Carreño en New York y muchas otras obras hechas en
democracia que los comunistas, como siempre, han destruido.
¡Nadie
se siente orgulloso de lo que queda de Venezuela!
Excelente Bernardo, ciertamente nadie se siente orgulloso de lo que queda de Venezuela, ni de lo que representa ahora sus obras.
ReplyDeleteUn detalle donde creo que tuviste un lapsus mentis, la Reina Victoria reinó durante casi 64 años y vivió casi 82 años. Ha sido la segunda soberana que mas tiempo ha reinado, superada por su tataranieta Isabel II quien ya ha cumplido 65 años en el trono.
Saludos
Los países son como las personas, no aprenden con cabeza ajena y eso es en algunos casos terrible y su efecto positivo o negativo se amplifica cuando el líder propone acciones que las masas creen necesarias. A esto se suma la influencia de los allegados a los lideres, Abdul le dio cosas buenas a la Reina Victoria, pero en nuestro caso el título sería, Chávez y Fidel con los resultados ya por todos conocidos.
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