LA ÚLTIMA
FRONTERA
Ese
disgusto, esa afrenta del iracundo conductor que considera que yo debería conducir
de esta o aquella manera. La presión sanguínea se acelera y pienso mientras le
miro con odio: “hace diez cortos años, te hubiese asesinado, infeliz”, pero el daño,
mi daño está hecho, todo lo he recibido tal vez en mi estómago y no en el de él.
Ahora
a la realidad actual; y el mismo caso se me presentó ayer y el iracundo tiene
parte de razón en reclamarme, excepto en el insulto que no tomé, se lo dejé
todito a él. Si, tiene parte de razón porque para mí manejar, conducir mi vehículo,
no es agradable, siempre me gusta estar distraído, pensando en mi próxima novela,
en mi próximo escrito, en la próxima historia, porque la última frontera no es
el espacio sideral, no es la vía láctea, no y mas no. La última frontera es la
mente humana, esa mente que usamos poco distrayéndola y quitándole la capacidad
de barruntar, de prever, de conjeturar, de presentir algo.
En
cada caso, por nimio que sea, siempre me pregunto, en este momento de la
madurez de la vida: ¿y qué haría el amor? Como si este fuera una persona que
decidiera y no yo, porque mi amor, puede más, porque de una mente en paz,
siempre surgen grandes y buenas ideas y porque mi paz es una decisión unilateral,
unipersonal, libérrima.
He
escogido una vida, corrijo: la última frontera de la mente, de mi mente, ha
escogido una vida, la que quiero, la que deseo, la que se me acomoda a mis
gustos, nadie la ha impuesto, poseo ese grato sentimiento de sabrosura
espiritual, de gozo le llamaría mi amigo el cura, porque es vida y no tan solo
una existencia.
Se
los explico mejor: hacer lo que no quieras, es morir viviendo y les entiendo,
no siempre se hace lo que se desea, a menos que entiendas que también la vida
se compone de haceres pero sobre todo quereres. Puedes actuar desde el miedo, donde
con frecuencia podrás entregar parte de tu dignidad o tu prestigio o tus
principios, ¡que lastima! Porque los retos nos dan inseguridad y ella nos
aterra.
Por
el contrario, si actúas desde el amor y la compasión, comenzarás a ser el
protagonista de pequeños milagros, aunque para mi, ellos, los milagros no
tienen tamaño, todos son inmensos por igual.
En
la última frontera, tu mente, se encuentra el sosiego, si tan solo lo buscas
dentro, la paz, el equilibrio, si tan solo te detuvieras por un momento, si tan
solo entendieras que el que te insultó en el tráfico, no lo hizo contra ti sino
contra él, si tan solo entendieras, que la magia está en todos lados y en
ninguna parte, porque solo se da lo que se tiene y esa persona tiene solo malas
maneras e insultos. ¡Cámbiaselo por el contrario!
¿Deseas
abundancia para ti?, pues, consíguesela, dásela, entrégala a los demás.
No comments:
Post a Comment