UN ESCÁNDALO LITERARIO

UN ESCÁNDALO LITERARIO

            Aquello fue estruendoso, porque normalmente los intelectuales son unas personas taciturnas, en otras se les ve meditabundos, como insuflados por un fuego divino, pero este escándalo ha horrorizado a toda la comunidad de las letras después de que Dylan ganó el premio Nobel el año pasado y obligó a otro premio Nobel a decir que “debíamos prepararnos para el próximo, cuando se le daría el Premio Nobel de Literatura a un futbolista”

            Creo que el británico de este año, Kazuo Ishiguro califica perfectamente, está bien equipado y le he leído aunque no todo lo que debería, ¡nunca se lee a alguien todo lo que se debería!

            Iba a la inauguración de la Feria del libro Venezolano en Miami y llegué raudo de mi oficina a la ducha, el tiempo apremiaba, el tráfico de viernes es infame, pero reunirme con escritores siempre es grato. Abrí la ducha humeante y sentí algunas voces en mi habitación, donde está mi biblioteca, porque yo duermo con mis libros, esa es una relación estrecha, querida, amada y de repente escuché: ¿y a dónde va ahora el viejo ese?, otro hombre le respondió, “deja la falta de respeto, seguramente va a un bar”

            Cerré la regadera, era evidente que alguien estaba en mi cuarto, no tenía ningún arma para defenderme y estaba desnudo y esas cosa de la vanidad, inmediatamente pensé en el titular del Nuevo Herald: “El escritor fue hallado muerto y desnudo en su bañera, se presume homicidio” ¿Qué pensarían mis hijos?

            Como pude, cerré con llave la puerta a manera de dificultarles su trabajo a los maleantes y puse mi oreja izquierda sobre ella para escuchar mejor y escuché lo siguiente:

            Yo creo que Papá va a verse con algunas meretrices e inmediatamente me pregunté ¿y quién es Papá?

            Continuó otro con voz más ronca: yo, como el Marqués de Sade, después de haber escrito los infortunios de la virtud, creo cualquier cosa, ¿qué opinas tu Víctor Hugo?, bueno, contestó, todos tenemos a nuestro miserable por dentro y una mujer interrumpió: ¿lo dices por mi verdad?

            Silencio, nadie contestó.

            Con voz muy modulada de hombre le dijo a la única mujer hasta ahora: el hecho de que seas la protagonista de “Traicioneras” no te hace una vagamunda, a todos le pido un poco de recato, ¿qué les interesa a Ustedes a donde va Papá?, se nota que el hastio les tiene absorbidos, ¡pónganse a leer entre Ustedes!

            Del libro de la salsa, de Cesar Miguel Rondón se escuchó: ¡hagamos una fiesta! Y todos comenzaron a hablar al mismo tiempo, inclusive Sun Tzu, Maquiavelo, Napoleón Bonaparte y sobre esas voces alguien preguntó: ¿y dónde están los santurrones de la Biblia? A lo que la novelista chilena ripostó: ellos están allá en su mesa de noche, debe ser que Papá los pone lejos para evitar que se reúnan con la chusma.

            Yo, desnudo y destilando agua solo me decía: ¿es esto lo que piensan mis libros de mí? ¿La lengua castellana de mis amores, la más pura divinidad de la invención?

            ¡Esto, es un escándalo literario!