UN BEATO EN
WYNWOOD
Debo
confesar que no tengo tantos amigos beatos como quisiera, de hecho, pensándolo bien
ayer vinieron a casa Francisco David junto a Rosa, su esposa y más tarde, luego
de su ardua pero deseada tarea de cuidar a sus nietos, llegaron Gustavo Adolfo
y Doris Beatriz. De sus santas esposas, nada tengo que decir, pero de ellos, de
ellos no puedo menos que asegurar y hasta estaría dispuesto a jurar sobre la Biblia
que son unos pecadores insignes y hasta irreconciliables. Una vez que he
instalado la duda, con toda maldad, soy yo quien confiesa mi amistad y admiración
por ellos, fue una tarde de chistes y risas, de recuerdos y futuros, de añejo y
genuino cariño.
Al
poner la cabeza en mi almohada, junto a una sonrisa, dormí plácidamente hasta
el amanecer, el hambre hacía estragos en mi humor y desayuné como un obrero de
la construcción y luego a la cama, con el libro de turno, a mover las neuronas
en el gimnasio de la mente y el sueño volvió, era domingo mis queridos lectores
y no hay bares abiertos en Miami, no hay restaurantes, no hay teatro ni espectáculo
alguno sino lectura y mas lectura, pensar y escribir, leer el encantador libro
del Dr. Jesús Zurita cuya última lectura hago antes de editar, una obra de
pecado y psicoanálisis y debo confesar que hacía algún tiempo que no leía algo
tan bueno. Zurita posee unas herramientas literarias superlativas, una prosa
amable, una intriga atropellante que no te permite despegarte, pero a lo que
vamos, que ya basta de pecadores y escritores que es casi la misma cosa.
Me
preguntó a quema ropa ¿Por qué no vamos a Wynwood a ver el mural que hizo Edo para
el Beato José Gregorio Hernández?
¿Realmente
deseas eso? ¿Me hablas en serio?, esperaba quedarme en pijamas todo el día, le
contesté, pero ya saben. Siempre la complazco.
Aunque
voy al teatro en Wynwood con cierta frecuencia, debo confesar que esa parte del
pueblo no me gusta mucho, creo que debería ser colonizada, pero ayer fue diferente.
Mi
GPS me indicaba algunas callejuelas desconocidas para mi y le pasé por un lado,
porque queda entrando en una calle a mano derecha, pero dimos la vuelta, rodee la
manzana y allí estaba, con gente al frente tomándose fotos.
Caía
una tenue lluvia y Doris estaba como loca, emocionada, contenta como si
realmente fuera a tener una verdadera y personal cita con su colega José
Gregorio Hernández.
Me
estacioné y le dije, ‘bájate que yo te espero en el carro’ y su emoción era tal
que no pude dejarla sola en esa fiesta de su espíritu y confieso que el mural
es gigante y bellísimo. Felicitaciones al autor Eduardo Sanabria, realmente
atinó con esa excepcional obra titulada UN BEATO EN WYNWOOD, gracias, EDO,
gracias por adornar esta ciudad y cambiar percepciones, cambiar maneras de ver
y afianzar la fe de la manera mas sublime, como el olor de la flor que llega de
tiempo en tiempo sin saber de dónde.
Bernardo Jurado
es el autor de ‘Divinos, luego humanos’ y ocho libros más, todos a la venta en
Amazon y las más prestigiosas librerías de Miami y el mundo.
Ya decía yo que el Beato del que se hace referencia en el escrito no era ninguno de los tres que se habla en el primer párrafo jajajajaja
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