ASÓMATE CAPITÁN
Si,
asómate, estoy aquí, ¿puedes verme?, el de la lancha blanca con negro, a tu
estribor.
No
te veo, le contesté con sinceridad.
Ok,
observa que te estoy haciendo una señal.
Yo
estaba en mi apartamento y me llamó al celular para que lo viera. Ciertamente salí
al balcón y entre el tráfico marítimo y luego de sus indicaciones, pude
identificarlo a la distancia. Eso lo hacía cuando bajaba desde el norte hacia
la tranquila bahía. Normalmente a bordo siempre estaban colegas de la televisión,
personas con las que ambos trabajamos en los medios, todos profesionales y simpáticos
a cuál mejores. Roberto Céspedes, Julio Lastra y otros queridos productores.
Sin
saberlo, llamé a Camilo Egaña ayer, porque quería verlo, quería compartir con él
una buena noticia y Camilo, el fraterno Camilo, estaba triste, desolado. ‘Mi
amigo, mi médico, se esta muriendo de Covid 19, ya tiene quince días luchando,
pero hay severos compromisos renales’ me soltó a quemarropa.
Sin
saberlo me disculpé, me solidaricé.
‘Pero
es que Tony es tan fuerte’ asintió, e inmediatamente le pregunté ¿Cuál Tony? ¿Tony
Soto?
Cubano,
sonriente, siempre sonriente, de cincuenta y tantos, arriesgado, deportista,
futurista, cada vez que encendía mi televisor allí estaba, con Oscar Haza, con
Pedro Sevcec, con todos los grandes entrevistadores de habla hispana en el Sur
de Florida, que le escuchaban como lo que era, una referencia y además poseía algo
que no se ensena y que en el medio llaman ‘delivery’, es esa suerte de capacidad,
de intuición, de talento para que las cámaras se regocijen con tu presencia,
para que las cámaras y el público te sonrían, te acepten, te amen.
La
última vez que le abracé, fue en la presentación de uno de mis libros, donde asistió
junto a nuestro fraternal amigo Roberto y le dediqué a ambos algunas palabras
de mi corazón.
Loco,
era un loco querido, subió el Monte Everest y cantó en la cima el himno de Cuba
y le llamé alguna vez para pedir su siempre acertado consejo.
El
Doctor Tony Soto, falleció, producto del Coronavirus
que azota al planeta, esto no es un juego, este virus no es poca cosa. Una vida
llena de estudio, un apostolado explicándole a todos como prevenirlo, como
defenderse del absurdo y oculto enemigo.
Son
las cuatro y veintiséis minutos de la madrugada amaneciendo sábado y estamos tristes
por un lado, estamos tristes porque no estará ya mas entre nosotros, pero por
otro lado, ese lado amable que en él fue exponenciado, debemos entender que
siempre estuvo en la primera fila, en la fila de enfrentar el virus, de ayudar
a todos, de inspirar, de amar a su profesión y al prójimo.
Tony
y su familia llegaron a la libertad desde la Cuba aberrante y no perdió el
tiempo para homologar sus conocimientos médicos y estudió en Havard University y
comenzó una descollante carrera en el primer mundo.
La
ciencia, la medicina, la comunidad, la televisión, pero, sobre todo, nosotros
sus amigos, hemos perdido a una excepcional persona.
Paz
a su alma buena.
Es muy triste que personas talentosas y más triste aún que siendo médicos, que están al frente dándolo todo para combatir esta pandemia, sufran el fragor final de la batalla sin éxito, sin poder saber más adelante que viene una cura, sin poder tener una oportunidad más de darle a la humanidad sus conocimientos. Es una triste noticia mi capitán!
ReplyDeleteNo solo Cuba, sino el mundo perdió un ser de esos que nacen, no todos los días, sino alguna que otra vez para tocar corazones, para brillar con una luz diferente, con un don divino. No tuve el privilegio de conocerlo como tuviste tú, pero admiré desde mi sofá su conocimiento y sus deseos de ayudar, instruir y darnos esperanza. Definitivamente, la partida de el Dr. Soto es una pérdida para todos, pero en especial creo que nuestras palmas allá en nuestra isla esclava deben estar llorando por la pérdida de alguien tan genuino y valioso. Gracias por esta nota tan sentida amigo Jurado
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