UNA VISIÓN ILUSIONANTE.
Mi
abuela pedía vida hasta verme graduado, luego lo hizo con mis otros cuatro
hermanos, como si graduarse fuera garantía de éxito, pues lo era, o al menos
era lo más cercano a la seguridad y le fue bien, falleció pasados los noventa años
de edad.
Una
educación venezolana de la “cuna a la urna”, luego te retirabas con algunas
monedas ahorradas, casa pagada si acaso fuiste previsivo, porque la venta era
que el sistema ya lo había previsto por ti y te llegabas a sentir seguro,
querido por el sistema, eras un gran abogado o habías participado como
ingeniero o arquitecto en el gran proyecto tal o cual y lo decías y te ufanabas
y te admiraban porque el sistema te había escogido para que fueras su empleado,
su asalariado y cada vez te daban más responsabilidad y la familia de tu novia
te veía como un buen partido para su hija, porque era empleado del gobierno o
de alguna empresa estatal, porque ejercías en aquel escritorio de abogados
famosos que ganaba todos los difíciles y más sonados casos, mientras suavecito te
iban ensenando como y a quien engrasar con coimas que abrieran las puertas y algunas
piernas.
Lo
digo con propiedad porque yo fui uno de ellos, me sentía el más eficiente, el
que más ganancias daba para el sistema, trabajaba sin descanso, sin horario,
era el más responsable, asumía con gusto los mayores y más riesgosos retos,
mientras el bendito sistema me sacaba dinero de mi bolsillo, lo usaba, lo
multiplicaba y todo era para mí pensión de retiro, pero sin intereses o al
menos pocos intereses que me hicieran guardar silencio y al no tener tiempo, ni
siquiera para mi familia, pues no preguntaba porque confiaba en el sistema y
todo era una visión ilusionante.
Esa
educación desde la cuna a la urna o a la fosa donde me enterrarán espero que cuando
muera, no antes, por favor, la dejé atrás en el exilio y le agradezco al
sistema que me haya educado, disciplinado y de alguna forma torturado a punta
de palos, porque aquí apliqué lo que bien aprendí: si algo no sabes, estudia,
averigua, piensa, busca información, prepárate.
El
sistema te sugiere que vivas del sueldo, otra actividad se ve como pecaminosa,
turbia, irregular, pero aquí, en los Estados Unidos es al contrario, gracias a
Dios y la democracia y entendí que debía corregir mi mente estructurada, por la
de empresario y como no se puede dar lo que no se tiene comencé por mí y mi
crecimiento personal. Quería ser escritor, se me daba bien, pero tenía que comer
y dupliqué mi esfuerzo. Rompí todo nexo con el sistema, (no con mis colegas) y
no descansé, porque cualquiera de ustedes queridos lectores poseen las tres
cosas que apliqué y que ahora doy con gusto: un irrenunciable deseo de éxito,
una fe absoluta y un plan y sigo trabajando porque me temo que aún no llegamos
a donde queremos y movemos las velas no el barco, porque los vientos rolan y
nos adaptamos.
Rompan
con la visión ilusionante de la seguridad y den la bienvenida a la incertidumbre,
al riesgo sin locura, a la disciplina, al trabajo consciente y reinvéntese,
mientras disfrutan el camino a la urna.
Bernardo Jurado es el autor de “Divinos, luego humanos” y ocho libros más,
todos a la venta en Amazon y las más prestigiosas librerías de Miami y del
mundo.
Esa en esencia es la temática fundamental del libro de Martín Lon. De allí, la inclusión de los conceptos del interés compuesto, la amortización y los seguros, para "COMO PLANIFICAR SU FUTURO EN USA". Ojalá y lea tu escrito magistral.
ReplyDeleteTanto Martín Lon , como Jesús Aveledo, hacen una contribución incalculable al inmigrante latino en los EUA.