ADMITE vs.
ASUME
No
son lo mismo, de ninguna manera.
Cuantas
veces habremos escuchado o peor aún, hemos usado aquella frase de estudiantes: “es
que el profesor me reprobó” y resulta que nada habíamos estudiado, nada sabíamos
y menos entendíamos de la materia, de manera que admitimos con cierta
obediencia el dictamen justo del profesor, pero no asumimos nuestra culpa.
Podremos
también recordar al tonto de Hugo Chávez y los más tontos aun que le escuchaban
hasta por seis horas sus insulsos discursos, admitir falencias, fallas
terribles, discordantes e inaceptables y acto seguido quitarse toda
responsabilidad, llamando al aire al ministro correspondiente para pedirle
cuentas ante el país, como si el no fuera el Presidente, como si él fuera una
suerte de fiscal, supervisor de obras, controlador del gasto y lo peor es que
los jerarcas en cuestión robaban a cuatro manos y estaban totalmente dispuestos
a ser sodomizados en televisión.
La
diferencia entre las dos palabras radica en una tercera, “responsabilidad”
Tu
abuso se acaba cuando yo pierdo el miedo. El conflicto jamás podrá prosperar
sin tu participación y lo sucedido en Bolivia me ha abierto aún más las pupilas
para entender que Evo, el Doctor peludo honoris causa, ha entregado la
presidencia porque los militares decidieron no sostenerlo sobre sus hombros y
yo he estado mucho tiempo en esas filas de militares, aunque ya tenga casi la
misma cantidad de años de retirado y paso a explicarlo mejor: los militares
venezolanos han decidido ser víctimas y han perdido la noción de que antes de
serlo son ciudadanos y han aceptado al victimario, le han protegido con su
silencio cómplice y por ello le dan una migaja que nada sirve. Sigo explicándolo:
cualquier persona en cualquier país del planeta que gane $2 diarios está en
pobreza y las tres cuartas partes del planeta vive con eso, de manera que el sueldo
para considerarse pobre en los Estados Unidos sería uno de multimillonario en
Venezuela, calculado en $22.000 al año, pero muchos de estos individuos
probablemente se sientan contentos con los seis dólares que ganan al mes, más
una caja de comida, más un bono por vacaciones, un hospital en ruinas, unos
buques que no navegan, unos cuarteles que parecen cárceles africanas y una
moral de saqueo.
En
lo personal salí de esas filas por propia solicitud, porque siempre quise ser
el protagonista de mi vida y asumir la responsabilidad ante mis hijos de mis
buenas y de mis malas acciones y creo que no solo es una mala acción sino una
detestable, reprobable e impresentable acción el continuar en las Fuerzas
Armadas del narcótico, el pillaje y la indolencia, vegetando y esperando la
limosna de un Comandante en Jefe que les odia, les aborrece y en sus sueños más
oscuros guarda la posibilidad de que se les subleven o ¿es que acaso no se han
puesto en sus zapatos? ¿Es que acaso él no se ha visto perfectamente reflejado
en el espejo de Evo Morales?
No
hizo falta la violencia, tan solo quitarle el apoyo y pasar a la acera correcta
de la calle del futuro.
No,
no es lo mismo admitir que asumir.
Bernardo Jurado es el autor de “La fragancia de la rebelión” y ocho libros más, todos a la venta en Amazon y las más prestigiosas
librerías de Miami y el mundo
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