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Saturday, September 22, 2018

EXPEDICIÓN A LA VERDAD


                                                     EXPEDICIÓN A LA VERDAD        

 

         La bofetada no se hizo esperar, ante la afrenta del adolescente frente al padre. El labio inferior en su parte derecha comenzó a sangrar y el joven corrió a las piernas de su abuela.

          Cuando el gallego cubano (y con esto no oculto la inmensa exageración de carácter) se le acercó a su madre, le dijo: “suéltalo déjalo tranquilo que mañana irá a la escuela con la boca rota”

          Cecilio, mi amigo de ochenta y tres años, adora a su padre fallecido antes del año de mi nacimiento en aquella improbable década de los sesenta, sus ojos se humedecieron y hasta puedo asegurar que se puso triste.

          Original de Ciego de Ávila en Cuba, si, en aquella Cuba hoy inexistente desde que llegaron los barbudos corruptos y hambreadores fue la mano derecha de su próspero padre gallego e iletrado, que se comió al mundo, pero nada es perfecto, llegó la absurda revolución que todo lo acabó, todo oxidó, corroyó, dinamitó y destruyó.

          Las heridas siguen sangrando, supurando, siguen infectas hasta para las personas de su avanzada edad. Yo le escuchaba sin interrumpirlo, contarme sus magras experiencias, dolorosas y me acordaba de las mías y de los míos.

          De alguna forma me vi en sus historias. No siempre estuve de acuerdo con mi honorable padre, mi imperdonable inexperiencia no lo permitía, pero como lo dijo Chaplin: “El tiempo es el mejor autor, siempre se encarga de conseguir un final perfecto” y me temo que maduré y no solo le comprendí, porque también me hice padre, le alabo y venero.

          El ser padre es una verdadera expedición a la verdad, porque no siempre seremos honrados por nuestros hijos, pero siempre seremos amados y admirados, como sucedió con el de Cecilio.

          Hoy en el bar a donde acudo a mitigar las vicisitudes de los escritores insomnes como es mi caso, me conseguí a Cecilio, próspero empresario miamense, de origen cubano, de humor sin igual, de ascendencia gallega, casado con una asturiana, toda una locura holística, que ha hecho de él un hombre de familia querida.

          La búsqueda de la verdad tiene su método, sencillo y fácil por demás, que consiste en el silencio, en la contemplación, le meditación y en el entender que nuestros propios padres padecen de sus propias presiones seguramente más intensas que la de los pendejos y arrogantes hijos que se creen el ombligo del universo sideral y si nacieron o se criaron en el milenio  pues, es peor, porque se creen que el planeta y la sociedad le deben a ellos sus inmensos pero a la vez inexistentes talentos.

          Hoy, por boca de Cecilio, me he dado cuenta, que soy un huérfano y que mi padre fallecido, amado, admirado y venerado, poseía la carta de navegación, para hacer esa interesante, pero a la vez inacabable expedición a la verdad de la vida y del vivir.

                                                                             

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