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Tuesday, September 11, 2018

ESTA NOCHE EN LA BAHIA


ESTA NOCHE EN LA BAHIA

            Totalmente calma, me aterroriza el pensar en la aproximación del huracán Florence. La alta presión atmosférica aunada al gran porcentaje de humedad hizo pegajoso el ambiente, pero no me importa.

            Luego de casi dos largas e improductivas horas en el tráfico de la US-1 producto de la intervención policiaca al robo de un carro, con heridos y todo, digno de un capítulo de CSI Miami, o de aquel icónico programa Miami Vice, no me encontraba de mucho ánimo para cumplir mi autoimpuesto registro intelectual, no obstante, sabiendo como son las cosas en la mar, sabiendo que en setenta y dos horas, los estados vecinos estarán bajo la furia de la más grande fuerza natural, pues, decidí darle de comer al espíritu y me he ido a la parte más oscura de la isla a abrir mis pupilas y hacer mis ejercicios de meditación y de paz ante el estrés infame de la vida citadina.

            Al abrir los ojos, todo se me presentó abiertamente, podía ver claramente en la oscuridad, no solo con mis ojos, sino con la mente. Ya nada importaba, ya nada me  apuraba, ya nada mortificaba la vida que no fuera esa capacidad de impresionarme por las cosas a mi rededor, que he pedido a Dios, nunca me la quite.

            Realmente este es un sitio de privilegio, es algo hermoso, silencioso, amable y cariñoso. En mi caso personal, no puedo ni debo dejar de citar el escritor alemán Hans Carossa, que con respecto a la belleza escribió lo siguiente: “Incesantemente la belleza impone en nosotros su presencia y no descansa hasta que nos sentimos arrastrados por ella” y eso me pasa cada día al levantarme en la madrugada, me impresiono de la paz y del silencio, eso me pasa a cada momento en que, como humano, pierdo la perspectiva y me alejo de la oración porque ¿tengo mucho trabajo?, que absurdo esto de la responsabilidad por cumplir los sueños de otro si eres empleado, a menos que realmente entiendas que ese trabajo no es la vida y que algo debes hacer para comer, pero sin dejar de vivir. La vida es todos los días y no solo los fines de semana, es importante recordarlo y aunque trabajo con intensidad, no me pesa, porque cuando haces lo que te gusta disfrutas la jornada y no la llegada a un punto si ese fuera el caso.

            Esta experiencia que describí en mi obra DIVINOS, LUEGO HUMANOS,  me refiero a la experiencia de vivir, me hace recordar a George Stefan, porque la cosa es tan corta, los momentos gratos tan rápidos, los niños crecen aceleradamente y tú, cuando te ves en el espejo te das cuenta que ya estás en el atardecer, que “la vida de un hombre se asemeja a una golondrina que atraviesa una habitación”

            Esta noche en la bahía, conseguí lo que fui a buscar: el entendimiento, la confirmación, la certidumbre de que soy un alma, cósmicamente divina y perfecta, manejada por fuerzas invisibles, que simplemente tengo y disfruto de una corta experiencia humana.

 

 

Bernardo Jurado es escritor.

Su más reciente novela: Volando en el ataúd, esta

a la venta en Amazon y las más prestigiosas

Librerías de Miami.

           

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