EL CUARTO
MANDAMIENTO
Como
todos los jueves, fui a ver a mi confesor. Sí, mi amigo el Padre Roberto, en la
pequeña capilla que tenemos en el Puerto de Miami.
Siempre
las conversaciones con los curas me lucen interesantes, por decir lo menos,
pero cuando tienes a un cura amigo, es brillante, descollante, nutrida de
sabiduría y mucho humor. Su Madre le acompañaba para ayudarlo con el correo de
los marineros que ponen a la iglesia como su dirección, ¡una buena dirección
esa! Y me pasaron varias cosas que ahora observo como esa persona que tiene una
colisión en su vehículo y es al siguiente día que siente los daños colaterales,
siente esos extraños dolores que no tenía ayer, siente esa tembladera que
diagnostican los galenos de la conducta, como ataque de pánico.
Qué
bueno que dieron de baja al par de curas que encontraron en South Beach en
irregular situación, le dije, a lo que él ripostó: “no solamente es bueno para
la sociedad, sino que le han hecho un favor a la Iglesia católica, pero
Bernardo, ¿te imaginas lo que pueden sentir los feligreses que se confesaron
alguna vez con esos individuos?
-Y yo dije: ¡una inmensa decepción!,
Gracias Dios que fueron encontrados,
porque no solo son faltos de pudor sino desesperados, también infieles a sus propios
juramentos y promesas y al final del día, grandes infelices.
Nota: los hoy, ex curas, fueron
encontrados por la policía de South Beach haciéndose sexo oral dentro de un
carro y pertenecían a una parroquia de otro estado de la Unión.
La
Madre del Padre Roberto se entera de mi apellido y me dice que había en la
Argentina una escritora muy famosa de nombre Alicia Jurado a lo que Roberto
Ripostó que escribió una obra titulada “El cuarto mandamiento”
Como
esperamos que sepa, mi amigo lector, el cuarto mandamiento es: “honrarás a tu
Padre y a tu Madre” y ya sé que todos hemos tenido esa terrible enfermedad de
la inmadurez donde hemos pensado que nuestros honorables Padres son pendejos y
es lo que Robert Ringer denomina “la edad de la sabiduría infinita”, pero que
yo llamaría ¡la absurda edad de la pendejera infinita!
Papá
estás desactualizado con ese teléfono que no tiene tantas gigas de memoria como
la moda de los jóvenes impone. Papá, los tiempos han cambiado, ya no estamos en
los ochentas, ahora la cosa se hace diferente. Bueno, Papá, deja de vestirte
como un viejo. Papá, porque no ves televisión en lugar de estar leyendo todo el
día, ¡diviértete viejo!
Mi
Papá es un tonto, dedicado a la lectura y la escritura, ¡que fastidio!, siempre
va a fiestas de traje y corbata, ¡que fastidio!, que si un discurso aquí, una conferencia
allá, ¡que tonto!, podría decir cualquiera de nuestro hijos.
Honrarás
a tu Padre y a tu Madre, que te aman más que a la vida misma y eso pasa por el
respeto, por los límites, por la concordia y no por la moda, por el que dirán,
o por el pensar del resto del planeta.
Mejor? Impossible. Gracias!
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