LAS
MACUQUINAS DE DON MAXIMINO
Yo
estoy de acuerdo con Don Maximino. Fundar esa pequeña sociedad cerrada en
alguna parte de la selva, erigirme como monarca, tener control de todo, solo yo
me puedo casar con dos mujeres, para eso soy el jefe, sí señor, una mulata y
una blanca o india, depende del gusto del momento, los demás, una sola mujer.
Como
nada les falta en la selva, todo el oro que se recolecte en el río lo deberán llevar
para fundirlo y convertirlos en lingotes. Los excesos de los cortes los
transformaremos en macuquinas, esas monedas antiguas irregulares.
La
avaricia, la gula, la soberbia, la envidia, la ira y ya en los últimos tiempos
un poco de pereza enturbiaban la compleja personalidad de Maximino. Cumplía a cabalidad
con todos los pecados capitales y como paradoja nombró a aquel sitio “Puertas
abiertas”
Yo
nunca había visto estos conceptos ni estos estilos que me gustan mucho. No me
refiero a Maximino y sus excesos, sino al estilo de escritura que he
descubierto, le llama el autor “noveleta”. Es algo así como un cuento largo o
una novela corta, pero con la técnica novelesca valga la redundancia.
Siempre
me gusta asistir a las presentaciones de libros, siempre se aprende algo, nos
conseguimos con personas sensibles e inteligentes y asistí invitado por un
editor amigo y conocía a muchos y a otros tuve la oportunidad de conocer. El
autor, amable caballero gentil, me abordó sin dudarlo para darme la bienvenida
y le antecedieron un par de famosos escritores para hablar de la obra.
José
Antonio Albertini, nos deleita con “Siempre
en el entonces, dos noveletas y ocho cuentos”, un libro de prosa
narcotizante y que nos transporta a los diferentes tiempos donde logra –Albertini-
secuestrar la psiquis de los lectores.
Hemos
hablado por teléfono, siempre me gusta hablar con los escritores que leo y nos
desviamos para abordar a Faulkner y Hemingway a Scott Fitzgeral y pasamos sin
quererlo al Gabo y Vargas Llosa y de repente nos hemos dado cuenta de que no
solo hablábamos de la obra de grandes autores sino de rivales del Nobel de
literatura.
Con
elegancia nos explotan frente a los ojos los intereses psicológicos del humano
y se adentra en la lujuria que siempre acompaña al sexo, por supuesto el dinero
representado por la inmensa fortuna de Maximino, las muertes no solo por
ejecuciones al violar la disciplina sino por el deslave que como maldición cayó
sobre “Puertas abiertas” y los amores que a todos atormentan.
¿Qué
creen después de esto? Pues que les recomiendo la compren inmediatamente para
que se paseen en solaz diversión por las letras de este consagrado autor
cubano, que llegó desde su humildad a preguntarme al dedicarme el libro: ¿puedo
poner a mi amigo Bernardo?
José
Antonio, soy yo quien te hace esa pregunta, porque para mí es un honor tener a
un amigo tan talentoso y capaz.
Si
yo fuera Don Maximino, claro que tendría varias mujeres y un sótano lleno de
macuquinas, pero al no serlo, tengo el tesoro de la amistad de Albertini,
poeta, sonador y eximio escritor.
Felicitaciones una vez más por estilo, humildad, transparencia, sinceridad....y me gustaria ser Don Maximinio por un rato de un par de horas...saludos Jr...
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