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Wednesday, June 20, 2018

TORPEDO EN EL AGUA


TORPEDO EN EL AGUA

            Si, sería una tenebrosa alarma. Una llena de la incertidumbre de la muerte, de lo desconocido.

            El Capitán de Navío Lombardo Fortul, escribió una carta con ese título alarmante para cualquier oficial naval que haya estudiado la táctica y la guerra antisubmarina en serio. Si, con la misma sangre fría que lucía cuando maniobraba, con el mismo temple con que manejaba cada situación de peligro, les informó a todos sus colegas y amigos que había un torpedo en el agua, que se aproximaba hacia su casco a gran velocidad y repleto de material explosivo. Le habían detectado un cáncer que lo hundió en tal solo seis meses.

            Recuerdo haber estado como TAO (tactical action officer) en una guerra antisubmarina contra un temible U-209 alemán. Estábamos en el Caribe y nos habían dado una inmensa área como referencia, improbable, indetectable. Por mi experiencia a bordo, bien sabía que los submarinistas me observaban, me escuchaban, me acechaban. Estaban esperando tan solo el momento más divertido para hundirnos.

            Todos nuestros sensores estaban alojados. Nuestro helicóptero en el aire haciendo sopados con su sonar de profundidad variable y de repente, a sabiendas que no tenía control de la situación, a sabiendas que el malévolo submarino se encontraría en silencio absoluto, seguramente bajo alguna capa de temperatura, a sabiendas que eran ellos y no yo, los dueños de la mar, salí del Centro de información y combate al puente y eran las tres de la tarde. Nadie hablaba, era una buena y profesional tripulación, todos pendientes haciendo su trabajo, cada cual querían ser el primero en detectar al malhechor y me consigo con el Almirante Comandante de la Escuadra quien estaba a bordo, a quien saludé con especial aprecio y admiración y quien era submarinista.

            ¿Quieres saber dónde está? Me dijo en tono paternal.

            ¡Por supuesto!, mis máquinas están listas para atacar lo más rápido posible, tengo ambas turbinas acopladas y mis torpedos listos.

            El veterano submarinista sonrió, para decirme que ese era el error, mis maquinas acopladas y haciendo ruido, advirtiéndoles exactamente mi posición.

            No hay nadie más curioso en la mar que nosotros los submarinistas, te recomiendo que ordenes silencio absoluto, que desacoples tus máquinas y le digas a todo el que pueda, que salga a cubierta a otear la mar. Cuando lo hagas, ellos sentirán que te perdieron y ordenarán sacar el periscopio y allí, será todo tuyo.

            Yo riposté porque eso iba en contra de la doctrina norteamericana y de la experiencia de combate real y de nuevo, con calma profesional, me repreguntó: ¿lo quieres o no?

            Lo hicimos y no pasaron diez minutos cuando cometieron la indiscreción y allí lancé mis torpedos A244S en simulado, no sin antes entender que en la guerra y en la muerte, las cosas cambian intempestivamente, violentamente, aterradoramente.

            El capitán Fortul detectó un torpedo en el agua y ganó la guerra, porque sus subalternos le recordamos con especial cariño y admiración.

            Nosotros, los de superficie, aprendimos mucho de la indiscreción de los submarinistas y ellos aprecian que lo sepamos.

 

 

           

3 comments:

  1. Para muchos era el Capitán de Navío Lombardo Fortoul, pero para los que fuimos mas afortunados era simplemente el Tío Pulpo, marino de pura sepa, simpático, cariñoso, ocurrente y querido por todos.

    Siempre lo recuerdo con mucho cariño.

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    Replies
    1. Hubiese sido un placer conocer Al tio pulpo

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  2. El Capitán Fortoul fue uno de los modelos que procuré seguir. Marino experto, carácter recio, siempre pendiente de sus hombres, maestro, leal y con un profundo sentido del honor

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