PENSAR EN
TRIUNFOS
Más
de algún pusilánime dirá, es que ese es un hombre con destino, otro podría decir,
es que nació con suerte, ¡todo le sale bien!; no faltará el envidioso que le
atribuirá el éxito a sus influencias, sus amigos, sus familiares, ¿qué importa?
Cuando
Rockefeller recibió aquella carta de Cornelius Vanderbilt, invitándolo a
reunirse y a viajar para ello en uno de sus trenes, Rockefeller llegó tarde a
la partida del tren por seis minutos, porque la carreta a caballo que lo llevaría
a la estación se había averiado, pero allí no termina el cuento, el tren en cuestión
se descarriló en un puente y cayó al vacío, pero debemos aclarar que
Rockefeller estaba a punto de la quiebra en ese nuevo negocio del petróleo y
estaba dispuesto a aceptar cualquier propuesta, cualquier limosna.
Una
vez sucedido el accidente, entendió cosas que tenemos frente a nuestros ojos,
porque había salvado la vida y ya la veía con otra óptica y fue a negociar,
pero con exigencias, limites, máxima y mínima aspiración y llegaron a un
consenso muy conveniente y ya lo saben, ambos fueron multimillonarios, pero
falta algo en este cuento de la vida real, falta decirles que los dos poseían además
de la inteligencia, el olfato y el riesgo, poseían resolución, valentía y
estaban persuadidos de que serían ricos.
Hoy,
o mejor dicho, siempre pienso en triunfos. Los que me conocen bien saben que no
me deprimo, al contrario, pero eso no me hace especial, simplemente es un mecanismo
de defensa contra el hambre, porque si llegara a permitirlo, los niveles de aceptación
del sistema norteamericano, tienen una corta tolerancia, de manera que no tengo
otra opción que no sea trabajar, pensar y hacer buenos negocios. Las personas
en Latinoamérica asumen que el dinero se consigue en los jardines y las aceras.
Tengo
una modesta editorial, como ya saben, cuando digo modesta es porque mis socios
y yo hemos ahorrado para desechar los gastos superfluos y operar brindando la
mayor satisfacción profesional a nuestros escritores. Les brindamos muchas cosas
que la competencia no hace y por ello, me temo que cada día tenemos más y más
clientes.
Cuando
logra Usted dominar sus emociones y pesar en positivo, en triunfos, no habrá
margen de error si posee lo que Vanderbilt y Rockefeller: “resolución”
Con
sumo placer le damos la más cordial bienvenida a nuestro equipo de trabajo en
Houston Texas y esto para mí si es un gran triunfo. Codearme con personas
capaces e inteligentes, para prestar un buen servicio en un Estado tan
importante. Invitar a nuestros escritores no solo a presentar sus obras en
Miami, sino en esa bella ciudad, realmente es un lujo, porque como lo dijera a
un colega: este trabajo de escritor y de editor, es uno de los oficios más
honorables, gratos y divertidos.
Ya
estamos haciendo buenos negocios, ya estamos sobre el tren correcto, para
seguir pensando en triunfos. Bienvenidos Helen, Gustavo y Omar.
Ya
les hablaré in extenso de ellos, cuando siga… pensando en triunfos.
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