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Thursday, August 27, 2015

SANTA MARÍA DEL MAR


SANTA MARÍA DEL MAR

            Buscando a pie, la casa de Ernest Hemingway y esperando conseguir en el camino, todo un collar de bares de mala muerte donde pudiera mitigar la sed del verano en los cayos de la Florida, debo decirles que se aproximaba el medio día y de repente me la conseguí erguida y altanera, no era algo normal para el lugar, era imponente y no aguanté las ganas de conocerla.

            Los cayos de la Florida han sido escenario de infames huracanes que la han azotado de la manera más cruel como la naturaleza pueda vengarse. Al ser tan bajos y tan escasos sus territorios, los vientos hacen desastres y por décadas han sido la tumba de muchos pescadores y moradores de esas bellas rocas.
 
            Una basílica es una iglesia católica que posee algunas características importantes para recibir ese honorable título. En el Vaticano tan solo existen trece, de las cuales la más famosa es la de San Pedro y aquí, en los cayos me he encontrado con la  “Basílica de Santa María del Mar” y es que no puede ser de otra manera, porque nosotros los marineros somos los más creyentes humanos sobre la faz de la tierra, o mejor dicho, sobre la superficie de la mar y ¿saben porque? Porque allí, en la mar, no tenemos otra opción que no sea establecer la comparación de las inmensidades y de las furias de las tempestades, con nuestra propia insignificancia… ¡esa es la verdadera razón!

            Es sencilla, impecable y era domingo y todos los feligreses estaban trajeados para una gran ocasión excepto yo, con pantalones cortos y una gorra de mar y sentí vergüenza de la diferencia, hasta que entré a comprender, como me suele suceder, que me importaban un comino los demás y que la fría cerveza pendiente solo podría retardarla un evento como el de conocer esta basílica en estas islas en alguna parte del Océano, estas islas llenas de turistas borrachos, de pescadores borrachos, de marineros borrachos y de feligreses bien vestidos.

            Los vientos de la mar ya traen olas a la isla, a esta otra isla donde vivo. El cielo de hoy cerrado, el de mañana también y hasta el lunes al mediodía cuando llegue el huracán que me obligará por mandato de Dios a entregarme a la lectura por unas veinticuatro horas al menos hasta que Eolo se apacigüe.
 

            Los cayos también se verán afectados y la Santa María del Mar, tendrá mucho trabajo atendiendo las súplicas de sus moradores, quienes le rogarán por sus vidas, mientras yo recordaré a Hemingway quien seguramente se emborracharía para pasar mejor el temporal.

            Será una buena oportunidad este huracán Erika, para que los ateos dejen de serlo, mientras la furia de la naturaleza comandada por Dios, les hace saber hasta la saciedad, de su presencia y también de sus designios.

            Las olas de los vientos se aproximan y traen con ellos grises situaciones, mientras todos pedimos la intersección ante el todopoderoso de la Madre en la advocación de la Santa María del Mar.
 
 

 

 

           

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