LOS POETAS NO SE MUEREN
Si,
son raros los poetas. Violan la biología con extrema eficiencia, porque nunca
mueren, siempre están presentes, recordándonos al oído o peor aún, en la
psiquis, que están allí, dando color a lo incoloro de la vida, porque cuando ésta no se ve desde el iris del poeta, la rutina hace que pierda color.
Ayer
estuvimos en el bar, si, en la ‘Habana Vieja restaurant’ y mientras tomaba un
escocés, tuve la permanente sensación que entraría por esa puerta mi amigo, el
poeta José Manuel Cuscó.
Nuestras
tenidas fueron por decir lo menos memorables, simpáticas y salpimentadas de historias
de profundidad oceánica.
Había
en La Habana una competencia de poesías, ¡qué cosa más bella eso, una
competencia de poesía! y el poeta Cuscó, con tan solo catorce años, se le acercó
con la humildad y tal vez el miedo al rechazo propio de esa edad, al insondable
poeta, el bardo cumanés Andrés Eloy Blanco, para que le leyera alguna prosa,
acto seguido, Andrés Eloy, con la amabilidad y el buen humor que le caracterizó,
le tomó del brazo y lo llevó a la fila de los poetas para que participara. El
organizador le informó a Andrés Eloy, cuya autoridad en esta materia no
aguantaba discusión, que el poeta era menor de edad y por tal motivo no podría participar,
a lo que Andrés Eloy le miró con una sonrisa y le espetó lo siguiente: ‘¿tú
sabes cómo es la cosa?, que este muchacho es más poeta que todos nosotros juntos,
déjalo participar’.
José Manuel Cuscó, mi amigo profundo, culto, siempre bien vestido, ¿Qué digo bien vestido?, siempre impecable y de modales finos, de inteligencia aguda, de humor a flor de labios, de prosa y con el nivel de improvisación más adelantado que jamás he visto, no fue ayer al bar, nos quedamos esperándole.
Nació
hace mucho tiempo en Sagua de Tánamo en provincia de Oriente de Cuba y se
diplomó de abogado en la Bicentenaria Universidad de La Habana, salió al exilio
y también se recibió en filología y pedagogía en las universidades de
Mississippi y de Loyola donde más tarde hiciera su reválida en Derecho y donde también
sería profesor de la cátedra de lenguas clásicas, ¿habrase visto mayor cantidad
de conocimientos en una sola persona?, era un privilegio tomarse un licor con
Cuscó, ¿Qué digo era?, lo es porque los poetas no mueren y lo seguimos recordando,
añorando, queriendo, riéndonos de sus finas chanzas e historias infinitas.
Fue
un agudo crítico literario no solo en Estados Unidos sino también en países como
Chile y Argentina. Publicó muchas obras y fue el premio nacional de oratoria en
aquella Habana de libertades antes de la llegada de los facinerosos que todo
trastocaron, excepto el talento de personas iluminadas como José Manuel.
Si,
mis estimados lectores, me temo que los poetas no mueren, porque ayer fui al
Bar y sentí su presencia, su siempre afable sonrisa, llena de la sapiencia luminosa
de quien sabe querer a través de la poesía.
Bernardo Jurado es el CEO de Jurado
Grupo Editorial, con representación en cinco países y sede en los Estados Unidos
de América, para escritores consagrados y nóveles.
Qué orgulloso debe sentirse, allá en la Eternidad, Bernardo I!
ReplyDeleteSigue adelante, apreciado amigo.
... o como decía Tela Delgado: "Escribe que, algo queda!