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Wednesday, May 12, 2021

YO SOY EL CABALLERO DE PARÍS.

 

YO SOY EL CABALLERO DE PARÍS.

            Y en la barra, frente a mi escocés y mis amigos, conversábamos de escritos, de libros, de historias, hasta que, a mi izquierda, un caballero que nos escuchaba con cierta curiosidad, nos dijo a rajatabla: -yo conocí al "caballero de París" y además subí por las escaleras de caracol de una vieja casa abandonada donde a veces dormía por las noches.

            Ya no era ni la tercera ni cuarta vez que escuchaba hablar a mis amigos de este personaje desconocido para mí. Mi pregunta no se hizo esperar: ¿realmente existió el caballero de París?

            -Por supuesto, -me contestaron todos los cubanos al unísono-, te estoy diciendo que yo lo vi y estuve en sus aposentos, los niños lo veíamos con cierto miedo, aunque no era para nada violento. Era delgado, siempre con libros, papeles y periódicos en las manos, leyendo, usaba una capa al mejor estilo medieval y no era francés sino español.

            Como han de suponer, investigué al respecto, no sabía porqué el personaje de un indigente me llamaba tanto la atención y no era solo a mí, sino a toda Cuba:

‘Este personaje encarna uno de los peldaños más altos de esas leyendas de figuras callejeras, rodeado del folclore que forma parte de la historia capitalina.

Su verdadero nombre fue José María López Lledín, y nació en la provincia de Lugo, España, en diciembre de 1899. Completó sus estudios en primaria y la mitad de la secundaria. Según los datos históricos el caballero de París indica ser el cuarto de ocho hermanos.’


            Individuo de exquisitos modales y notable educación, además de una vasta cultura general hecha a pulso por un curioso autodidacta y todo ello, de acuerdo a la leyenda, propició una fortuna que a decir verdad no duró mucho, pues cayó en desgracia cuando por una infundada acusación fue hecho preso y pagó condena por seis años que desequilibraron su mente:

‘En el año 1934, se abrieron las puertas de la cárcel para él, tras el fallecimiento de la dama que le había acusado por robo de sus joyas, que en su lecho de muerte confesó, que ella misma había entregado las joyas a un chantajista.

A partir de su salida de la cárcel, comenzó a deambular por las calles.

Pasó a la historia por su comportamiento pintoresco, su educación, su cultura y la magia de su comunicación, que le ganó el afecto de varias generaciones de capitalinos.’

Acerca de su apodo hay muchas teorías, una de ellas relata que lo obtuvo de una novela francesa. Otra vez dijo a su biógrafo que la gente empezó a llamarlo “El Caballero” en la Acera del Louvre, del Paseo del Prado.

Quizás, en su mente, la Acera del Louvre equivalía a París. El decía que La Habana era “…muy parisién” y que él era “mosquetero, corsario y caballero de Lagardere».

            El médico que le hospitalizó en un psiquiátrico, impresionado por su personalidad, escribió un libro titulado ‘Yo soy el caballero de París’.

            José María falleció en paz el 12 de Julio de 1985 con un diagnóstico de parafrenia y una leyenda que le precede.

Bernardo Jurado es el CEO de Jurado Grupo Editorial.


 

 

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