EL PRECIO DEL
MISERABLE
Toc,
toc, toc.
-Buenos días, ¿es
usted el señor José Manuel Romero?, preguntó el oficial de la policía del
condado de Hernando al Norte de la bella ciudad de Orlando en la Florida.
Los
esfínteres se aflojaron mientras su mente se preguntaba: ¿Cómo llegaron hasta aquí,
cómo me consiguieron si me acabo de mudar a este pueblo olvidado?
¿Es
o no es José Manuel Romero?, porque aquí tengo una foto suya, su identificación
por favor. Debemos aclarar que esto pasaba en la puerta.
-Déjeme
buscarla que la tengo adentro.
-No,
contestó el oficial, con serenidad profesional. Le informo que esta usted bajo arresto
por los cargos de vandalismo en la ciudad de Miami en los eventos de los
revoltosos que apoyaban al fallecido George Floyd.
Ya
en este momento Romero de apenas diecinueve años, estaba seguramente llorando y
sacando cuentas de la patada voladora que le darían a su caso de inmigración que
le dejaría la bota de la ley marcada en el procto, por siempre, mientras lo
trasladaban en un vuelo hasta Maiquetía, no sin antes purgar cárcel en una
federal en los Estados Unidos y yo en lo personal me siento muy contento.
Junto
con Romero, fueron siete malandrines detenidos que destrozaron una patrulla de
la Policía del Condado de Miami Dade y en particular el estúpido Romero se ve
en un video rompiendo el parabrisas de la patrulla, jugando al vengador anónimo,
al Robin Hood pendejo, al chiste de sentirse mas poderoso que la ley del país a
donde vino huyendo precisamente de lo que él hace aquí y yo como venezolano -americano,
me siento feliz de que la partan la crisma y que entienda que por tipejos como él, ustedes y yo perdimos a nuestro país, porque como comprenderán Hugo Chávez
y sus ladrones, no hubiesen destruido el país sino hubiesen tenido la ayuda de
muchos José Manuel Romeros, delincuentes, sin principios ni valores, pero está bien, es divertido todo esto, porque aquí, cuando le ley te llega, te amputa
parte de la cara con el anzuelo de la justicia.
A
los jóvenes y no tan jóvenes venezolanos, que piensan que pueden venir a estas
tierras a replicar sus vicios del tercer mundo impunemente, pues véanse en el
espejo de este miserable que esta pagando un alto precio por la gracia.
Mientras
tanto la única lástima que siento es por los padres del tonto de la generación de
Nicolasito, el adiposo y retardado hijo de Maduro, que ha aprendido a actuar de
la misma manera.
El
éxito tiene un precio a pagar, nada es gratis, pero los que deciden ser
miserables pagarán uno mayor, mientras exista la justicia, la ley y el orden.
Bernardo Jurado
es el autor de ‘La fragancia de la rebelión’ y ocho libros más, todos a la
venta en Amazon y las más prestigiosas librerías de Miami y el mundo.
Excelente, mejor temprano que nunca aprender la lección por experiencia ajena.
ReplyDeleteExcelente ojalá esa ley se la apliquen a todos
ReplyDeleteAsí como el susodicho hay muchos cubanos indeseables que viven recibiendo ayuda de esta nación y tienen la mala entrańa de hablar mal de quienes le dieron la oportunidad de ser personas, pero ellos siguen siendo el mismo excremento que eran en Cuba
ReplyDeleteTienen que hacerle pagar caro los danos producidos y expulsado de ése país
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