LA LLAVE DE
SALOMÓN
Aterrizando
en el aeropuerto Dulles en Washington D.C., recuerdo haber visto por mi
ventana, en el costado izquierdo del avión, a la inmensa e imponente
estructura, que parecía más bien una iglesia, bella, tranquila como si fuera un
inmenso guardián que me permitía el paso bajo vigilancia. Mi avión aterrizó y
solicité conocer el templo desde donde se comandó este inmenso país y me temo
que al mundo de la época.
Un
chofer me condujo hasta el Washington Masonic Memorial, que es la construcción heroica,
proteica, abrumadora a la que me refiero y lo primero en que pensé es que no
puede ser una casualidad que al menos un tercio del total de los presidentes de
los Estados Unidos, o sea, catorce de ellos, hayan sido masones. No puede ser
una casualidad que al menos treinta y cinco magistrados de la Suprema Corte lo
sean para aquel momento.
Si,
tienen rituales y Usted también y a mi juicio han sido más atacados que los judíos,
guardando elegantes y admiradas diferencias entre ambos y disimiles grupos,
pero guardan silencio y eso le da una ventaja competitiva al atacante y les
potencia el ego y la invención y la masonería ha sido acusada de casi cualquier
cosa e insisto: ellos guardan más silencio y dejan que el tiempo lo resuelva y
recuerdo a Bolívar el Libertador, a Francisco de Miranda y Páez, por tan solo
nombrar a tres; y personas oscuras y de malas intenciones se mimetizan entre
las filas para darse un baño de prestigio.
La
Iglesia católica definió a un oscuro personaje de nombre Alister Crowley como
un hereje y el hombre más perverso del mundo en su época, por cuanto era mago,
malo de maldad y además usaba con comprobada habilidad el libro titulado “La
llave de Salomón” del cual leí hace más años de los que puedo recordar. Era un
manual de magia ritual medieval, cuyo contenido desconozco a Dios gracias, pero
a lo que vamos hoy: deben comprender que vengo de celebrar mi cumpleaños y tal
vez mi mente de escritor lucha para atender compromisos y no aislarme cual masón,
en silencio y ejercer mi oficio, al menos en esta semana y por chispazos
observo lo que pasa en Venezuela: un joven inspirador, esperando y trabajando
en silencio, mientras que es atacado sin éxito por un régimen que cae en cámara
lenta. Un joven esperando, cual masón, el momento correcto, el apropiado, bajo
la mirada de la tricaria (el ojo que todo lo ve), el ojo de Dios que entiende
el nuevo orden seglar contra un brujo chusco que dice haber ido al futuro, que
dice tener el control, que se ha casado con las energías más negativas de la
tierra, que intenta salir del atolladero en que ha entrampado a todo un país.
Un ignorante de la concordia y la inteligencia, un hombre de demostrada perversión
que si por él fuera buscara algún ejemplar de la “llave de Salomón” para
aplicar esos trucos de magia medieval.
¡Es
la lucha eterna del bien contra el mal!
Tal cual, compadre, la eterna lucha de la luz contra la oscuridad, del bien contra el mal. Que Dios nos provea de sus armas luminosas para enfrentar al maligno.
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