LOS
QUEJIDOS DEL ALMA
Recuerdo
a un amigo que tuve (tiempo pasado), que pensaba mucho y en ese ejercicio se
desgastaba, nada salía bien, estaba perdiendo su buen humor, bebía demasiado, tenía
un ampuloso sobrepeso, la economía obedeciendo a la ley de gravedad, dejó de
dormir y comenzó a sufrir de apnea del sueño. En horas diurnas podía quedarse
dormido en cualquier parte y en la noche estaba jurungando la nevera, ¡terrible
la situación!, pero no buscaba ayuda y yo no la ofrecía, por cuanto era un
hombre mucho mayor que yo. Simplemente me remitía con cierto dolor a verle derrumbarse y tan solo daba recomendaciones cosméticas porque su ego atacaba
despiadado cualquier intento de mostrar la verdad; ¿y cuál era la verdad?
Esta
expresión la llegué a escuchar por vez primera de su boca: “tengo tan mala
suerte, que si llego a montar un circo me crecen los enanos”
No
crea que he amanecido negativo el día de hoy, solo trato de ilustrar, con una
realidad que viví, cuando el alma se queja y nadie le hace caso porque
simplemente no la escucha. Se los explico mejor: cuando no se tiene un silencio
mental, sosiego y se aprende a estar tranquilo, así el mundo se caiga en derredor,
vamos entrando a la cueva, a esa mina abandonada que nos lleva al centro de la
tierra. Cuando la mente habla, o peor aún, cuando la mente grita, como le
pasaba a mi ex amigo, es porque el alma se queja.
Con
frecuencia aplico la no resistencia, trato de no intervenir en lo inevitable,
me entrego, permito, no compito, porque es en la tranquilidad donde está la
respuesta, lo que no implica que no trabaje, que no tome decisiones, como fue
el caso de alejarme de mi pavoso ex amigo. Se debe procurar siempre el silencio
mental, ese silencio que apaga momentáneamente los diálogos que en el jardín de
tu mente se llevan a cabo sin resultados positivos, que te desgastan, te dejan
sin energía para planificar sobre la verdad, porque la vida es bella, con la condición
de que tu ayudes, es una decisión en la que si debes intervenir, cuando te
desapegas, cuando prestas tu atención a las cosas sencillas, a las amistades
llenas de sonrisas, a los amores a los afectos. Debemos abrir sucursales
afectivas y es muy simple, porque el amor que siento por mis hijos, no es igual
al que siento por mi nieto Mateo y este no es igual al que siento por mis
padres o por mis amigos.
Presta
atención al quejido de tu alma, porque siempre habrá dolores inevitables, pero
como lo he escrito antes, el sufrir es una opción que niego y eso le da rabia a
algunas personas que me ven caminando ligero y sin detenerme, paso a paso,
sonriendo como los locos y respetando los silencios que es donde normalmente se
consiguen las respuestas.
Recuerda:
¡cuando la mente te habla, tan frecuentemente, es porque el alma, tu alma, se
está quejando!
Cuànto acierto en tu escrito y en buena hora recibido. Te doy gracias por estas píldoras de sabiduría de 500 mg de palabras.
ReplyDeleteEl silencio interior que deja oir nuestras almas es la gran fortaleza que nos permite soportar el huracán del ruido exterior y que se empeña en cambiarnos.Excelente, gracias por compartir la música de tu alma.
ReplyDeleteGeacias por esta pildora de 500mgrs de sabias palabras como lo dice Eddy , nos porpoecionaste hoy, la mia ne esta soledad, de vez en cuando trata de hablarme o quejarse, no se, entonces armo un soliloquio(en silencio, para mis adentros) y me tranquilizo...saludos y cuidate amugo..
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