VEINTICINCO MILLAS NÁUTICAS DE ALCANCE
Por: Elba Margarita Domínguez.
Cuando
el Contralmirante Enrique Domínguez García es tu papá.
Llenó la casa de libros. Lo que necesitaras o
quisieras leer, ahí estaba. Amaba la música clásica. Nos dio la oportunidad de
aprender diferentes instrumentos. En vacaciones nos llevaba en su camioneta en
viajes por toda Venezuela y nos llevó a conocer cada uno de sus bellísimos
parajes.
Papá... ese ser maravilloso que nos extendió su
amor, su claridad, su entusiasmo por la vida. Con quien, siempre después de
verlo, salías con el corazón gordito, henchido de amor, alegría y plenitud. Con
su presencia traía aventura, positivismo, apreciación y curiosidad por todo lo
hermoso e interesante de la vida.
Un día me desperté escribiéndole a mis hermanas:
“Este mes se lo estoy dedicando a papá. O tal vez,
él a nosotras, haciéndonos recordar cuánto nos quiso y cuánto nos dio.
Con
este impulso que tengo de buscar sus fotos y sus momentos.
Como
dije al principio del mes, este es el mes de su cumpleaños y este año harán
diez que partió a otro lugar.
Lo
recuerdo mucho.
El
tiempo no existe.
Y
muchas veces me hace llegar el amor o el entendimiento que en su momento no
pude recibir, o reconocer y apreciar totalmente.”
Su
presencia era tan luminosa. Abridora de caminos nuevos, llenos de apreciación,
disfrute y magia. Y compartió con
nosotras, sus cinco hijas, todo lo bello y bueno de la vida.
-“Margarita,
está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el
alma una alondra cantar; tu acento.
Margarita,
te voy a contar un cuento...”
Y
me recitaba con su voz cálida, llena de sol y de estrellas, de magia y de
misterios, como si yo fuera su Margarita Debayle.
Era
y es un sol.
El
día que salió de este mundo yo estaba frente a él. Vi, sentí, que ya se iba. Lo
miré a los ojos y le dije:
“Eres
mi sol.”
Cómo
no decírselo, cómo no en una frase decirle lo que significó en mi vida.
Me
miró con tal gloria y luz en sus ojos, que no pude sino sentir amor, plenitud,
tranquilidad y total confianza cuando se fue.
Mi
corazón se quedó certero.
Que
en ese momento final me hubiese mirado así significó que:
Todo
está bien.
Todo
siempre ha estado bien.
Todo
siempre estará bien.
No
habría podido tener yo un mejor faro. Y eso fue papi para muchos también.
Con
él la vida siempre fue aventura, magia y descubrimiento, llenos de apreciación
y salpicados de mar y estrellas.
Nota: Veinticinco millas náuticas de alcance y ciento
treinta y tres mts. de altura tiene el faro de Yedda, el más alto de la Tierra,
a orillas del Mar Rojo, en Arabia Saudí.
Que escrito tan conmovedor de Elba Margarita, hija del gran maestro el CA Enrique Domínguez (El Tigre para quienes fuimos sus alumnos).
ReplyDeleteMi papá,Felix Villasana Landaeta,
ReplyDeletequien fue distinguido, brigadier mayor y guardiamarina mayor debe tener el récord de haberle sacado 100 puntos en Navegación al Tigre Domínguez como lo llamaba mi papá. Los compañeros le echaban broma a mi papá porque el Almirante Domínguez mostraba el exámen de mi papá como ejemplo.