El ÓXIDO DEL
ALMA
Y
conspiraba, le dedicaba la vida a sus apetencias, además su inmenso ego crecía hasta
el infinito, la cosa era de día y de noche, los adeptos pendejos y faltos de
objetivos se adhirieron, la cosa era un secreto a voces, los generales sin
posibilidades profesionales en la democracia se hicieron los locos, los coroneles
también y todos fueron cómplices.
El
protagonista de esta historia llegó a pensar que era el ungido de Dios, que sus
funciones nacidas de sus resentimientos no eran tales porque leyó por allí que
la voz del pueblo y que es la voz de Dios y todos los sin dientes le siguieron
y otros con dientes también, porque el caldo de cultivo de la envidia estaba
incubado desde hace tiempo.
Los
que estudiaron tienen mas que nosotros los humildes, llegó a decir, como si
estudiar fuera malo y costoso en el país de la educación gratuita, como si ser
humilde es sinónimo de pobre o con extremo derecho a pensar que el planeta les
debe algo, como si ser humilde y además pobre les autoriza a violar la ley.
Así
fueron pasando los meses y solapadamente se fue colando hasta que delinquió y
usó las armas del país contra el país y como todos los conectados con lo oscuro
fallan, pues, él falló y los tontos, cobardes, desleales, pendejos que le siguieron
también fallaron, porque el que anda con cojo, antes del año cojea y Fidel lo recibió
en La Habana y su alma se iba al diablo, su suerte estaba signada por lo
oscuro, la brujería, la muerte, la prestidigitación.
Observen
mis queridos lectores: se han dado cuenta de la vida y la muerte de ¿Eliecer
Otaiza?.
¿Se
han dado cuenta de la vida y la muerte de Robert Serra? ¿y la de Tascón o Lina
Ninette Ron Perera, mejor conocida como Lina Ron? O William Lara, Clodosbaldo
Russian, y podemos seguir exceptuando a José Vicente Rangel que me temo está
momificado.
Si
no la cuidamos, sino la mantenemos, mimamos con momentos, placeres sencillos,
amaneceres milagrosos, oración y conexión a lo bueno, si no la alimentamos con
verdaderas ganas de servir, de ayudar, de prosperar, hacer buenos y honestos negocios,
pues, esta, el alma, se va oxidando y más pronto que tarde terminamos siendo
una suerte de ‘piccolo’ Hugo Chávez.
Bernardo Jurado
es escritor, autor de nueve libros, todos a la venta en Amazon.
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