CON ACTITUD DE GONDOLERO
Yo
sabía que me gustaban los bares buenos, de lujo, con buena bebida y si también es
piano bar, pues, mucho mejor. Si, lo sabía, pero lo que no sabía es que me
gustaran tanto.
Ayer
viernes, en mi cama, leyendo un nuevo y encantador libro, me dije “otro viernes
sin salir” y tomé mi teléfono y comencé a buscar el estatus de mis bares, de
mis restaurantes y al fin.
Hereford
Grill decía sin piedad: “solo estamos repartiendo comida por delivery” o sea,
la mandan con un chofer y me preguntaba ¿y los que queremos beber un whisky y
escuchar la música de mi amigo Eduardo, el pianista?
Casa
Juancho Restaurant: lo mismo…me temo que están violando mis derechos humanos, pensé.
La
Mar de Gastón Acurio en Brickell key: SORPRESA…abierto de 6 pm a 10 pm, solo
para cenar y volví a pensar desconsolado: “es que yo no quiero cenar, yo lo que
quiero es tomarme un trago con mis amigos, fuera de mi casa, con buena y grata conversación
entre personas cultas, simpáticas, ponerme un traje, quiero darles un abrazo y reírme,
escuchar el tintineo del hielo en mi vaso, hablar de literatura, de mis mas recientes
lecturas, escuchar las de ellos”
Estimados
amigos, lo volví a hacer, me puse una bata de casa, dejé mi teléfono a un lado
y volví a abrir mi libro, para seguir llenando mi psiquis de conocimientos, de
buenos conocimientos, porque hay conocimientos malos, de ellos debemos huir
despavoridos, alejarnos lo más pronto posible, como también de la gente mala,
quejona, llorona, aunque ayer estaba a punto de llorar por esto que les narro.
Ahora
sí, este debe estar abierto y volví a tomar el teléfono y llamé, es mi bar, allí
voy o iba, cada semana, hasta que la voz metálica en inglés, me salió para
desconsolarme: el buzón de mensajes está lleno, llame en otra oportunidad”
Realmente
teníamos un par de invitaciones, pero es que quiero ir a un bar, ¿no entienden?
Ahora
hablando un poco mas en serio, debemos entender que este cuento no es así,
porque estoy persuadido que es mejor estar enclaustrado que estar contaminado, además
me he ahorrado un buen dinerillo que lo hubiese dilapidado despiadadamente
pagando cuentas de licor.
Esta
pandemia ha servido de mucho, nos hemos recogido un poco, estamos mucho mas
centrados, más autónomos, más serenos.
He
retomado la pintura después de mucho tiempo, escribo mas, leo más, trabajo mas
y mejor y entiendo que el mundo, nuestro mundo ha cambiado para siempre.
Por
los momentos mis queridos lectores, tomo la actitud del gondolero de Venecia,
si, cruzo los brazos y observo desde la popa, mientras mi góndola se bambolea
al arbitrio de las aguas, el tránsito de los turistas en la Plaza San Marco o
el de los enamorados que se juran amor en el puente de los suspiros en el río
di Palazzo.
Pónganse
sus franelas a rayas, cálense sus canotier y observen en silencio, el paso de
los días.
Bernardo Jurado
es el autor de “Divinos, luego humanos” y ocho libros más, todos a la venta en
Amazon y las mas prestigiosas librerías de Miami y el mundo.
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