UN LENGUAJE OBLICUO
Al publicar mi primer
libro, sobre la comunicación eficaz, hace poco mas de cinco años y luego de una
exhaustiva investigación, me refería al lenguaje del devenir al que se le insertó
setecientos años antes de Cristo, con la invención del alfabeto por los árabes,
el lenguaje óntico y se pasó entonces de las cosas normales de la vida, como el
clima, la comida y la vida misma, a afrontar conceptos etéreos como la
valentía, el honor y hasta el amor.
La vida y el exilio me
han traído, creo que sin proponérmelo formalmente, a reinventarme en un
encantador caldo de cultivo como lo son los medios de comunicación y recuerdo
meridianamente una entrevista que tuve la suerte de desarrollar a mi amiga
Vilma, académica de alto calibre, analista certera y concienzuda, de voluntad férrea
para el estudio del comportamiento humano en esa intranquila situación que
siempre obliga la política latinoamericana y ahora la norteamericana.
Ella, al igual que yo,
ahora estamos en el ejercicio de comunicar y nuestra formación otrora clara y
sencilla como nuestro lenguaje, donde el blanco era blanco y el negro era
oscuro, se ha transformado en el entendimiento inteligente de un código extraño
para cualquier humano venido de las universidades y del proceso vertical del
aprendizaje holístico que impone el conocimiento.
Las formas son eso y el
humano postmoderno se acomoda a entenderse sin violar el lenguaje óntico que a
la postre no creo que cambie, porque los valientes seguirán siéndolo con su
actitud hacia el riesgo y el honor no se negocia, siendo el amor el lubricante
de la humanidad toda.
La edad y la experiencia
me permiten observar los bemoles para
interpretar correctamente ese otro lenguaje que Vilma con su sapiencia y
cordura me ilustró en esa llamada nocturna. Ese lenguaje solapado donde un no,
significa que tal vez y un si, que debes esperar.
No podemos negar que
Hugo Chávez es un animal de los medios, creo que es su verdadera vocación y
todo un país ya sabe bien que su lenguaje posee características oblicuas en una
suerte de engaño en el que debemos leer entre líneas que está lo
suficientemente enfermo no solo del inocultable cáncer y de la hinchazón de los
esteroides, que luchan sin éxito por detener el mal, sino de la mente en la que
el lenguaje óntico se trastoca por sus objetivos.
La sinusoide de su
conducta aclara perfectamente esto, al insultar al ex Presidente Uribe y luego
abrazarlo, al vituperar a los prelados de la Iglesia católica y sentenciar su
suerte en el averno y después abrazar la cruz y da lo mismo ser musulmán en
presencia del Presidente Iraní, que bolivariano con el fallecido líder libio,
igual anti norteamericano y les vende el petróleo, toda una mezcla insulsa de
teorías que le sostienen ante los ojos impávidos de un país ahora mas inculto y
confundido.
La parábola lingüística
es encantadora cuando se posee claridad de pensamiento, pero cuando el cáncer
es el menor de los males del hablante, nos encontramos ante una risible
situación de “lenguaje oblicuo”.
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