UNA APUESTA PRIMITIVA
Y esa
noche, pasaron a mi jardín, el del frente de mi casa, el que tiene las flores
multicolores que mi esposa cuida con denuedo y al ser este, un barrio
tranquilo, tampoco puedo decir que ando de guardia, pero pasaron y nosotros en
casa dormíamos, plácidos, como siempre, porque pagamos nuestros impuestos al
gobierno, quien nos cuida. Era un grupo de unas doce personas y armaron en la
grama esas pequeñas carpas que venden en el mercado común para guarecer a los niños,
porque se me pasó decirles que venían con ellos cinco niños de diferentes
edades.
Como
es de esperar, la fisiología con frecuencia, manda y más de uno evacuó las entrañas
en mi jardín. De las pocas provisiones que trajeron, al ser este un jardín, no
tenía donde botar los envases y fueron tirados por doquier.
Amaneciendo,
como siempre me levanté a hacer el café con la espumita que a ella le gusta y
vi por la ventana de la sala ese extraño paisaje, algo había cambiado en mi jardín.
Me asomé y con terror quedé paralizado, alguien se había apropiado de ese bello
pedacito de terreno y corrí a llamar a la policía.
La policía
llegó en un par de minutos, fueron levantados todos y yo como propietario les permití
entrar y revisaron las carpas y sacaron todo y lo esparcieron. Vinieron más policías
y el interrogatorio comenzó entre gritos de protesta por parte de los invasores,
quienes reclamaban a todo pulmón, que en la época de Pinochet en Venezuela le
dieron asilo a sus abuelos, otro señor que era rubio, argüía que a sus
antepasados italianos de postguerra también le dieron asilo en Venezuela y que
ahora ellos reclaman el ‘favor’, que Nicolás Maduro es un hijo de puta, cosa
que sabemos todos a nivel mundial, que en ese país no se puede vivir y que se
vinieron a pie y todos estábamos conmovidos, créanme que sí, las caras de
incertidumbre de los niños no era normal y mi corazón y el de mi esposa se
arrugaba al ver que teníamos de todo, además lo que ellos dicen es verdad:
Venezuela era el país de los infortunados del mundo, que luego se hacían millonarios,
pero lo lamento, esto ha cambiado.
Como podrán
imaginar este cuento es una representación micro de lo que ocurre en macro en países
como Chile, Ecuador, Colombia y el éxodo venezolano es por cualquier vía, es
desesperado, es asfixiante para esas pobres gentes que ahora aprenden que nada
gratis es bueno, que no existen mesías como Chávez y que el gobierno no es
quien les da, porque ese gobierno es el empleado de todo aquel que paga sus
impuestos. No mis compatriotas, no los pueden aceptar y yo lo lamento, porque
eso que hacen de salir a pie hacia otro país, esperando pasar y tener éxito, es
una apuesta primitiva que no les dará buenos resultados.
Estamos
enfrentando la primitiva conducta descrita en la obra de Morris West.
Donde
entra el comunismo, todo se trastoca, se entristece y se oxida.
Bernardo Jurado es escritor y su mas
reciente obra ‘La fragancia de la rebelión’ está a la venta en Amazon y las más
prestigiosas librerías de Miami y el mundo
Un viejo y experimentado amigo un día me dijo:
ReplyDeleteNo dejes que otro haga lo que tu no puedes hacer por ti....
Un fuerte abrazo!