LAS ÚLTIMAS
CORTESÍAS
Me
temo que mi generación somos los testigos silentes de los estudios del maestro Carreño
en la “Formación social y cívica”, también en la Venezuela de las dos últimas
décadas hemos visto con cierta sorna, el chusco deterioro del lenguaje y por
ende de las formas y prepárense, porque quiero dejar esto por escrito, aunque
todos Ustedes saben por dónde pienso ir.
Es
ese “miamorseo” de la secretaria que asume que diciéndole mi amor, a Usted, a quien ve por primera vez en la vida, pues como
cliente, se sentirá más agradado, se sentirá tratado con familiaridad y
confianza y yo que de acuerdo a mi santa Madre soy un antipático falto de
corazón y que con facilidad pasmosa mando al carajo a cualquiera sin siquiera pestañear
pues no es cierto, porque a veces si pestañeo.
Debemos
agregar a este evidente, connotado, ineludible deterioro la exageración de títulos
y afectos de los cuales todos hemos sido víctimas, excepto yo, quien me rebelo
contra el lisonjero que toma entre sus manos mis testículos para masajearlos y allí
voy: un Doctor es una persona que ha cursado un doctorado y se ha graduado con éxito,
de manera que un abogado es eso, abogado, a menos que haya estudiado ese
doctorado, ¿qué se yo?, en ¿Derecho marítimo Internacional?, por ejemplo y
entonces debemos llamarle “Doctor”, pero en la Venezuela actual, a cualquier
leguleyo se le llama “Doctorísimo”, lo que implica un superlativo estratosférico,
es más que doctor. Otra podría ser llamar a un mariscal de esos llenos de
medallas revolucionarias “mariscalísimo”, si, a alguno de esos patas en el
suelo que conforman los más de dos mil ochocientos cincuenta generales y
almirantes que han ascendido precisamente masajeando escrotos, gritando que
siempre han sido comunistas, desde chiquitos, que están dispuestos a pasar
hambre por Maduro y el recuerdo de Chávez, si, a esos que ya no saben que otro
grado superior a general inventar, lo
que les queda es ser “mariscalísimos”. Podríamos seguir arguyendo estos
modismos que alimentan los egos y aterrizar en “comunis-simo”, “socialistísimo”
que podría ser que se es más comunista que Lenin, Stalin o Mao y ya eso sería
una pertinacia en el mayor de los errores, ser más comunista que los
prenombrados, lo definiría ineludiblemente como más bruto, más envidioso, pillo
y cualquier otro protervo adjetivo, pero yo no sabía de las andanzas de mis
padres con otras parejas, porque nunca conocí a tantos hermanos. Con facilidad
pasmosa, cualquier desconocido te llama así: ¡hermano! Y yo inmediatamente desconfío,
no sé porque, es algo que repelo desde mi estómago, me resulta antipático, hipócrita
y por ende falso, pero cuando algunos de estos le agrega la palabra “querido” y
construye el perfecto extraño con facilidad pasmosa la frase: “hermano querido”,
me doy cuenta que ha llegado el momento de correr despavorido antes de que me
haga daño la onda expansiva.
Las
cortesías son elegantes, deben ser ajustadas a la verdad, a las buenas formas y
maneras y no a la exageración de cariños y títulos que con evidencia aplastante
muestran oscuras intenciones que las hacen parecer LAS ÚLTIMAS CORTESÍAS.
Bernardo Jurado es el autor de "Los secretos de la comunicación eficaz" y ocho libros mas, todos a la venta en Amazon y las mas prestigiosas librerías de Miami y el mundo.
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Hola Bernardito, estimado amigo colega, sin lisonjeos, nos conocemos, comparimos experiencias navales, pero me permito decirte que diste en el blanco con este escrito nocturno, como en todos y sim lispnjeos te reiti que deseo que esa musa que te inspira no te deje y qye la creatividad y la variedad tematica te sifa adornando, felicidades y navales salitrosos saludos, que seguro tu velero no sabe lo que es minio....cuidate
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