PORQUE
HEMOS VIVIDO MUCHO
Debo
confesar que me cautivó, porque bien sé que no es fácil conseguir a un
excelente escritor que sea de paso un excelente orador, son dos materias
diferentes, casi un oxímoron, pero este, este si lo sabe hacer bien y con el
codo, a manera de seña en cada evento literario a donde voy aquí en el Sur de
la Florida, que debo aclarar que son todos, pues, le señalo a mi mujer cuando
el escritor, fungiendo como expositor de su propia obra, logra cautivar, subyugar,
narcotizar, convencer y persuadir al público de la conveniencia de leerle.
Pues, ¡ese es otro arte muy diferente al de escribir! Y este escritor lo logró
sobradamente.
Guiados
todos de la ductora mano y talento de Enrique Córdoba, periodista de mil
batallas y escritor de excepción, el escritor aprovechaba con maestría cada
resquicio en las preguntas, cada soplo del público, medía como un felino la
ecotimia de su última frase y la acentuaba o modificaba a su provecho, la
arreglaba, la subrayaba usando la peroración, técnica oratoria de excepcionales
resultados cuando se sabe hacer bien y ¡sorpresa!, entró sin empaches y con
toda honestidad al territorio de sus anteriores obras y sobre todo, se confesó,
confesó el haber llorado cuando escribía su novela “El niño que me perdonó la
vida” y siguió cautivándonos, al menos a mí, cuando contó parte de la historia
de cuando era un oficial del Ejército colombiano y estuvo a tiro del guerrillero
de doce años por más de quince minutos y este decidió dejarlo con vida. Al
pasar el tiempo, un helicóptero trae a algunos insurgentes capturados y uno de
ellos, de corta edad, se le paró en frente para decirle: “oiga, yo a Usted, le
perdoné la vida”
A
ese punto, mi mente y mi corazón estaban alineados, debía leer a este hombre y
fui el primero en comprar la obra. ¿Cómo no iba a hacerlo? Y corrí tras él para
que me la firmara pero sobre todo porque debía hacerle una importante pregunta:
Señor Caicedo yo soy Capitán de Navío y las personas no se explican cómo un hombre
de armas puede ser un buen escritor y al escucharme se volteó para darme la más
contundente respuesta que jamás en esta materia he recibido: “lo que pasa es
que nosotros hemos vivido mucho y con más intensidad y un escritor que escriba
lo que ha vivido, siempre será mejor”
En
el Koubek Center de Miami, avalado por la feria del libro internacional y por
mis socios de Fonolibro, se presentó el escritor Armando Caicedo, colombiano,
combatiente contra la más atroz de las guerrillas a favor de la democracia,
sensible, amable y culto, de excepcional buen y fino humor; y su obra, que ya
he comenzado a leer, titulada “Abril, nace en Enero” es una indeleble huella
digital en la literatura moderna.
Si,
cuando hemos sido militares de verdad, la vida como que se acelera, es más nítida,
divertida, a la vez riesgosa e intensa.
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