UNA RUINA
MORAL
Tengo
las manos destrozadas, me dijo después de la cena cuando me negué a fregar los
platos, si, después de que preparé el pollo con vegetales, después de descorchar las botellas de vino, porque
fueron dos, después de preparar los cascos de guayaba con queso crema y además
me dijo hoy, cuando fue a la peluquería que sus manos son una ruina moral y yo
tan solo me pregunto: ¿entonces a que fue a la peluquería?
La
cena me quedo por decir lo menos excepcional, ¡si señor!, creo que el cocinero,
o sea yo, se merece un gran beso, una consideración, un aplauso de pie como si
estuviera en el concierto de Elton John y de alguna manera así fue, pero para mí
nunca es suficiente.
Me
ha llamado otra vez Napoleón Bravo para preguntarme en su programa de radio,
sobre los aviones rusos que han aterrizado en lo que queda de Maiquetía y tan
solo le dije lo mismo que le he dicho a ella: “esa no es la pregunta”, me temo
que la pregunta es sobre el tonto que regenta en mala y aburrida hora las
relaciones internacionales, si, el tonto de Arreaza que considera que el
Departamento de Estado se pasó al decir que es esta una abierta provocación,
como hizo ella al no aceptar que fregaría los platos porque sus manos son una
ruina moral, ¡una abierta provocación!
Venezuela
y el gobiernucho están en una verdadera ruina moral y no puedo menos que
acordarme del bunker de Adolf Hitler cuando ya estaba cercado en Berlín al final
de la guerra, todos fornicaban, cosa con la que estoy de acuerdo. Goebles
asesinó a sus cinco hijos, todos se emborrachaban, bailaban como si nada
pasara, como si la muerte no estuviese cerca, como si no fueran por ellos y me
vuelvo a acordar de Arreaza, el príncipe consorte quien tuvo el reprobable
desatino de tener sexo con una de las hijas de Chávez, porque se debe tener mal
gusto o al menos un poco de ruina moral para intercambiar fluidos con alguna de
ellas y me da pena escribir esto, porque también he tenido malos ratos en
alguna oportunidad pero jamás malos gustos.
Bajan
de los aviones extrañas cajas, me reporta
el veterano periodista de mil, batallas, suben otras y Venezuela observa
expectante, silente, absorta, como las ruinas del silencio dilapidan el futuro
ya ni de sus hijos sino de sus nietos, estamos en el bunker, que hagan lo que
quieran, ya nada asombra, los hombres honorables y de posiciones no andan por
estas calles, sí, creo que ella, tiene razón, esta es una ruina moral, que debe
terminar con el suicidio del jefe como pasó con Hitler o es que acaso piensan
que ¿él no lo ha pensado?, no tiene salida, Salvador Allende le grita ante el
acorralamiento, le dice al oído que sería una buena solución, Hitler le llama afirmándole
lo mismo y él está dudoso de dar ese paso que le condenaría por siempre a
purgar. Maduro vive, o tal vez muere una ruina moral.
No comments:
Post a Comment