¿MALARIA O
BUENARIA?
Esto
tiene que servir para algo, no es posible tanta indigencia, tanta lenidad y ¿saben
porque lo digo?
Napoleón
Bravo me lo acaba de preguntar y le dije que en la ciclotimia de los humanos
nos movemos hacia arriba y también bajamos y los países están llenos de humanos
y la historia de aquellos expertos en emigrar como fue el caso de los europeos
de postguerra donde sus tierras quedaron devastadas por imperativo de la
violencia y las bajas pasiones del poder, pues, ya saben, resurgieron.
Han
aparecido endemias impensables para el siglo XXI. Impensables para países civilizados
e impensables para todos aquellos que superaron el medioevo como es el caso de
Venezuela y entraron al milenio.
La
Organización Mundial de la Salud OMS ha determinado que es el primer país en
cantidad de casos de malaria y recuerdo mi infancia cuando viajábamos al
interior, las casas más humildes habían sido fumigadas y el Ministerio de salud
ponía una marca en cada una, pero se están muriendo de dengue y de inopia, de
maltrato e ineficiencia, de corrupción y de asesinatos, esa es la verdadera
malaria, que a estas alturas no puedo explicar pero bien saben que no vivo de
esperanzas, de sueños ni de pendejera, por el contrario, considero tener bien
puestos los pies sobre la tierra y por ello aseguro que llegará el fin donde,
inclusive Maduro y sus cuarenta ladrones se asqueen, se les mueran sus
familiares como pasó con el hermano de Hugo Chávez, si, se les mueran porque
los zancudos no discriminan, las enfermedades tampoco.
La
“buenaria” es que ya todos somos diferentes. Los que hemos salido al exilio,
hemos aprendido mucho de cómo deben hacerse las cosas y los que no se hayan
adaptado sino que han traído sus maletas de vicios pues perecerán, pero mi conclusión
es que sin excepción y por la fuerza, todos se adaptarán y aprenderán en
diferentes tiempos de acuerdo a sus talentos y voluntades y osmóticamente
transmitirán sus pareceres a los que quedan allá.
Entendiendo
que nos enfrentamos a ladrones, a pillos de baja laya, a narcotraficantes de
alta esfera, a terroristas impíos, pues de esa manera podremos discriminar y
eliminar precisamente la pendejera de la clase política dirigente y enfrentar
con las herramientas y armas correctas este fenómeno chusco del que han sido víctimas
mansas.
¡Esto
tiene que servir para algo!
Esto
ha dejado de ser un problema político para convertirse en un problema policial
y militar de características internacionales. Estamos haciendo un buen papel,
porque en cada rincón del planeta hay un venezolano hablando de este holocausto
y ya no solo nos conocen por las mises, las novelas que detenían a Europa y por
el petróleo que ahora escasea, ahora nos conocen por valientes, por patriotas y
por dolidos, independientemente de los tontos vivos como ha pasado con el par de venezolanos,
hoy presos, por robar cajeros automáticos en el centro de los Estado Unidos, o
por Gorrín, o por Alejandro Andrade, o Diosdado.
¡Esto
tiene que estar pasando para algo bueno!
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