LUDIBRIOS
SIN CUENTO
Puedes
tener una vida desordenada, entregado al licor y la lujuria, engañando a tu ego
al que le haces pensar que eres feliz, distraído, divertido, botarate de
cualquier dinerillo que llegue a tu bolsillo, pero muy pocos recordarán los
tragos del mes anterior, unos normales, rutinarios. Tampoco esa amante pagada
te recordará, porque no eres ni serás Porfirio Rubirosa.
En el caso
de ellas, cuando el millonario la mira y ella a él, en ese evento glamoroso, le
escamotea una sonrisa cómplice y ella se la cree, piensa que le ha gustado y en
efecto es así, pregunta a la amiga sobre el estado civil del atractivo hombre
(atractivo por lo que representa, mas no por lo que es); pues, como es de
esperar está casado con una fina dama y comparte ese disfuncional y
acomodaticio matrimonio que no piensa romper por nadie; y mientras le quede un
ápice de erección, continuará de cacería. La halaga, le permite acercarse al
inalcanzable y ella lo agradece, si, agradece ser tomada en cuenta, agradece
ser la escogida como si fuera una res, un ganado beneficiado y gordo,
apetecible, pero le lleva una veintena de años y eso a ella, en ese momento no
le importa, porque está impresionada, obnubilada, encandilada de imaginarse la
vida que puede llevar después de un divorcio que todo ha trastocado y pasa a
engrosar la lista de una manera muy especial de prostitución sin sexo ¡aun!
He
conseguido en mi biblioteca un libro titulado “Los mejores humoristas del mundo”
es una colección concebida para abrir el apetito lector hacia los grandes
escritores clásicos. Son cuentos, fábulas y leyendas, relatos costumbristas y poesía,
en fin, son textos estimulantes, porque la lectura creo que ha sido en mi vida
una gran distracción, una de enormes proporciones. También creo que es un acto
de rebeldía, una meditación trascendental en una suerte de catedral que es la
mente.
Cuando no
se lee, la pobreza hace su entrada en la vida y me refiero no al caso
prenombrado del millonario con la cazadora divorciada, sino a la pobreza de espíritu,
cuando por ignorancia ella está dispuesta a negociar leoninamente sus
principios y a asegurar su futuro a costa de la entrepierna. Realmente me
refiero es al placer, al goce de engrandecer tu mundo interior cuando consigues
ese libro que te impacta y lo prefieres a él, al libro, que a esos ludibrios
que no poseen ni poseerán cuento alguno, por el simple hecho de que carecen de
importancia, son fugaces y al serlo pasan a ser olvidados al menos por la otra
persona en ambos casos.
La lectura
nos acerca mucho al verdadero mundo, al que existe en tu psiquis y además es
una rica e inagotable manera de entender y enriquecer tu propia vida.
Tienes la opción
de no hacerlo, también la de no créeme, pero saca esta cuenta: en la medida en
que permitas que lo lúdico se encargue de tu vida, en esa medida caminarás como
quien lo hace al fondo de la tierra.
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