AMUEBLA LA
CABEZA
Pues,
no se trata de tener muchos títulos, condecoraciones, doctorados, placas de
reconocimiento y diplomas pegados a la pared como testimonio de los muebles con
los que supuestamente adornas la sala de tu cabeza, el hogar del que no podrás
mudarte a menos que te ataque el Alzheimer, esas son una suerte de digestiones
metafóricas, porque si no el experto Doctor honoris causa Evo Morales, tendría
muy amueblada la cabeza y todos suponemos que lo que allí solo conseguimos es
una ampulosa cantidad de cabello.
¿El
parecer cultos es un truco, pero realmente lo eres?, en tu fuero interno ¿conoces
la cultura, la literatura, los grandes hombres de la humanidad, la historia y
sus vidas, la poesía, la música y la pintura; además agreguemos la mitología griega
y un par de idiomas?
Nunca
se es demasiado culto, jamás se llega al tope del conocimiento, pero podríamos hacer
el agradable ejercicio de mejorar lo que hasta hoy conocemos.
Fíjense
bien: con frecuencia me preguntan sobre al acto de escribir, por qué lo hago a
estas horas infrahumanas, a cualquier hora, en cualquier sitio, porque leo como
si las letras escasearan, por qué no me divierto con cosas y deportes más
agresivos, más divertidos, más grupales, más populares y mi conclusión es que
probablemente para ser escritor no solo deberás tener unos buenos muebles en tu
cabeza, sino que debes ser una suerte de extraterrestre, que ve las cosas en
unos ángulos diferentes a los demás, déjenme explicarlo mejor: siendo la
primera obligación y responsabilidad del humano el ser feliz, pues debes dejar
que la felicidad te encuentre, porque ella posee la característica de que
cuando la buscas huye despavorida.
Anoche,
mejor dicho, amaneciendo hoy, en casa, con la escritora y muchos vinos, buscábamos
el título para su próxima obra aun por comenzar, violando el párrafo precitado,
hasta que llegamos, bajo los efluvios del jugo fermentado de la uva, que lo
mejor sería comenzar a escribir, porque el título ya la conseguiría a ella. Así
ocurre con las historias, con la novelas, con las vidas de todos unidas por
hilos invisibles a quienes dediqué un Capítulo en mi libro ESCRITOS NOCTURNOS,
LECTURAS LAXANTES, publicado creo que en 2010. Así es el amor, el dinero, la
paz, te buscan y te consiguen si te dejas, si lo permites y estás listo para
abrirles la puerta.
Amueblar
tu cabeza, llenarla de cosas buenas y limpiando las malas, el rodearte de
personas de buen humor y por ende inteligentes te ayuda sobremanera, por el
contario, la queja que nada construye, le envidia y el odio que todo corroen,
los vicios y la crítica, te restarán energías que obligarán a tener tu cabeza
sucia, sin muebles donde sentarse cómodamente a ver pasar la vida que vives y
de aquellos que la vivieron de acuerdo a su propio destino.
Tienes
la opción de no creer, tienes también la de no leer y no poseer inquietudes
intelectuales y artísticas pero eso será como tener sexo con Deyanira, que
traduce en flamenco, “la perdición de los hombres”
¿Entendiste
Maduro?
Gracias a Bernardo Jurado por comunicar los motivos de dedicarse a escribir. Cuando se descubre lo valiente de la escritura, es en verdad apasionante. Por ser el medio que permanece, implica una conciencia mayor.
ReplyDeleteVer la forma en que evoluciona el escritor en la secuencia de sus textos en el paso de los años, es como leer el proceso del buen vino. Aprender a apreciar los detalles de la existencia, tiene la intensidad de amor y la buena batalla.
Cada tema tiene su propia naturaleza y tal como ocurre en el campo de la historia, nunca se logra escribir todo. Que siga fluyendo los textos en Jurado y en otros, como corrientes de ideas y sentimientos que dan vida a la vida.
Es un gusto saludarte apreciado, respetado y admirado amigo. Gracias por este rincón de urticantes reflexiones que, gracias a la gentileza de nuestro común amigo Fidelio Cabrera al enviarme uno de tus escritos, decidí leerte con disciplinado afán. A propósito de este, traje a la mente una muy común trampa de la nostalgia, tal como titulaste otro tuyo, cuando se cree “avanzar” solo viendo los espejos retrovisores. A Dios gracias, muchos de quienes recordamos nuestro antiguo oficio tal como sugieres, un viejo amor de mar, reparamos en la necesidad sentida de continuar amoblando la cabeza, ocupados en algunas dos o tres de las infinitas partículas del vasto conocimiento universal, solo con el propósito de seguir cultivando el espíritu, disfrutar la emoción de mejorar como ser humano y cultivar un poquito de conocimiento, mejores prácticas y experiencia en otra disciplina. Un fraterno abrazo Bernardo.
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